Bilbao - “Avanzamos a muy buen ritmo”, afirmó ayer el diputado foral de Infraestructuras y Desarrollo Territorial, Imanol Pradales, en el frente de uno de los dos túneles de Arnotegi, con 260 metros de monte por encima y tras haber excavado ya más de 500 metros de galería, un tercio del total. Un ritmo de destrozo acelerado, a una media de 25 voladuras semanales, sumadas las que generan al alimón las dos galerías.

Pradales encabezó ayer la visita que el ente foral organizó para mostrar el desarrollo de las obras iniciadas el pasado enero de la segunda fase de la Variante Sur Metropolitana (VSM), conocida popularmente como Supersur. Una autovía de pago que se extenderá cerca de tres kilómetros hasta conectar con la AP-68 a la altura de la planta de tratamiento de Venta Alta tras excavar las mencionadas galerías de Arnotegi, superar con un viaducto sin apoyos la zona natural de Bolintxu y excavar otro túnel doble bajo la zona de Seberetxe hasta fusionarse con la autopista que sube a Gasteiz.

La visita se centró en los túneles de Arnotegi, iniciados por debajo del peaje de El Peñascal y que recorrerán las entrañas de ese monte, excavando casi 1.919 y 1.949 metros, respectivamente. Miguel Gil, jefe de obra de la Diputación de este tajo del proyecto, desgranó el proceso necesario para avanzar “en un terreno de roca limolítica que se está comportando muy bien”, dijo.

Tras haber iniciado la excavación de los túneles unos pocos metros con martillos hidráulicos, el avance central se efectúa mediante voladuras, a una media de doce o trece explosiones en cada uno de los tubos cada semana. Ocho cartuchos de medio metro de longitud se introducen en toda la bóveda del túnel, formando una diadema, y se activan. Su detonación destroza roca suficiente para avanzar entre dos y tres metros de longitud en todo el paño de ataque, que mide unos 5,5 metros de altura en su punto más elevado y más de diez de anchura para albergar los dos carriles para los vehículos. Tras esperar unos veinte minutos a que se asiente el polvo generado, una gran excavadora es la encargada de recoger todas las rocas y colocarlas en los volquetes de los camiones que llevan el material a través de las galerías para, una vez fuera, depositarlo en la vieja cantera de El Peñascal, la zona prevista para acoger los excedentes pétreos.

El proceso sigue en la galería con el sostenimiento de las paredes curvas generadas mediante la colocación de unas cerchas o piezas que ejercen la función de costillas sostenedoras y el gunitado o sellado posterior con hormigón de toda la superficie que compone la galería. Un piel artificial endurecida que llega a alcanzar los cuarenta centímetros de espesor sobre la roca.

Después llega el equipo de topógrafos que mide con instrumental de alta precisión, incluidos láseres, las medidas de las galerías que desembocarán en el punto previsto en Bolintxu. Tras la última voladura de ayer, realizada a las 8.20 de la mañana, con esta técnica han sido excavados 502 metros en el túnel que acogerá el sentido del tráfico a Cantabria y 549 en el tubo que albergará la circulación en dirección a la AP-68. Otro dato destacable es que según se alargan los túneles, varios extensómetros hincados cada ochenta metros en varias zonas de las paredes que conforman las galerías controlan el posible movimiento del terreno.

24 horas diarias Este ciclo de excavación y sostenimiento se repite en un trabajo de 24 horas diarias durante seis días a la semana, lo que limita las explosiones al horario diurno y que utiliza una gran puerta en las bocas de acceso de El Peñascal para minimizar el ruido que generan las voladuras. Imanol Pradales avanzó que “terminaremos los túneles de Arnotegi y nos asomaremos a Bolintxu en el plazo de un año”.

Estos dos tubos están siendo ejecutados de manera paralela y ambos se conectarán con ocho galerías transversales de seguridad, seis para peatones y dos para vehículos, que permitirán pasar a la otra galería en caso de que se produzca algún incidente.

Lo mismo que ocurrirá con los dos túneles de Seberetxe, de apenas 600 metros de longitud, y cuya boquilla de emboque ya es visible en superficie para los conductores que circulan por la AP-8 a la altura de Arrigorriaga. Este tajo está algo más retrasado por empezar más tarde, pero también cumple el cronograma de trabajo. El tendido del viaducto quedará para la última fase de las obras, que según aseguró el diputado foral, “van en plazo y estarán terminadas para principios de 2023”.

Imanol Pradales recordó que este tramo nuevo de la VSM es parte esencial de un proyecto mucho mayor que pretende resolver los problemas de movilidad en el área metropolitana. La intención es que en el mismo 2023 comiencen los trabajos del paso bajo la ría que unirá la carretera de La Avanzada con la autopista A-8 a la altura de Portugalete. Una alternativa al actual puente de Rontegi que permitirá mallar más la red viaria y minimizar las incidencias del tráfico y los accidentes viarios.