BILBAO - Ana Otadui acaba de terminar sus primeros cuatro años al frente de las Juntas Generales, un cargo al que volverá a optar en las próximas elecciones. Ha sido una legislatura tranquila, en la que, afirma, ha aprendido que “la verdadera política es alcanzar acuerdos entre diferentes”.

Su primera legislatura al frente de las Juntas Generales. ¿Qué ha aprendido en estos cuatro años?

-Para mí han sido un continuo aprendizaje; he aprendido que la verdadera política es alcanzar acuerdos entre diferentes. Siempre he sido una mujer de consensos y cuando una iniciativa se aprueba por unanimidad se llena de satisfacción. Lo que más me gusta es estar en contacto con la gente y he comprobado lo comprometida y organizada que está nuestra sociedad.

¿Cómo han ido?

-Para mí era una experiencia nueva. Siempre suelo decir que, tanto en Gernika como en las otras sedes, se siente el peso de la historia, sientes una especial responsabilidad por todos los que nos han precedido e intentas hacer las cosas bien. Nada simboliza tan bien nuestros derechos históricos como la Casa de Juntas y el Árbol de Gernika; tenemos mucha historia pero a la vez queremos ser un parlamento del siglo XXI: cercano, accesible, participativo...

¿Se lo han puesto fácil los apoderados de las diferentes bancadas?

-Sí. Ha habido algunos debates más acalorados que otros, pero en general se han mantenido las formas y el respeto; no tiene nada que ver con las imágenes que solemos ver de otros parlamentos, como el de Madrid. Es algo que agradezco. Incluso en alguna ocasión en la que un juntero o juntera se ha podido sentir aludido en su dignidad, el otro ha pedido disculpas y eso le honra.

¿Admitiría los aplausos o abucheos que se ven en otros parlamentos?

-Jamás. Estamos en el máximo órgano de representación de la ciudadanía vizcaina y se merece un respeto. No me parecen formas.

¿Cuáles son sus líneas rojas?

-El insulto y la falta de respeto. A algunos les parecerá que soy demasiado estricta con ellos y, para otros, demasiado laxa, pero entiendo que tengo que tener la misma vara de medir para todos, tanto para los grupos que apoyan al gobierno como para los de la oposición. No crea que es fácil moderar y arbitrar un debate.

¿Sabe de memoria el reglamento?

-Como licenciada en Derecho, soy una maniática de saberse las leyes y el reglamento. Hay artículos que me los tengo que saber. Antes de cada pleno, me gusta repasar los artículos de los que, ojalá no, pero quizá tenga que echar mano. Tengo preparada una chuleta con los referentes al orden, las votaciones... No me lo sé de memoria pero algunos artículos sí se los podría recitar.

En la tribuna de invitados también ha sido habitual ver a colectivos que tiene relación con los asuntos que se han tratado en los plenos.

-Creo que es algo muy positivo. Queremos ser un parlamento del siglo XXI y cercano, y es una forma de que la ciudadanía nos conozca y vea que en el Parlamento de Bizkaia se deciden cuestiones importantes que afectan a nuestro día a día. Es cierto que en alguna ocasión he tenido que llamarles al orden porque hay unas pautas que nos marca el reglamento y que tenemos que cumplir todos; los invitados no pueden interferir en el pleno bajo ninguna forma de manifestación, pancartas o camisetas, ni mostrando agrado o desagrado con gritos. El órgano máximo de participación vizcaino se merece ese respeto.

La mesa no aceptó la solicitud de amparo de la apoderada de Podemos Asun Merinero. ¿Por qué?

-Creo que una denuncia de un presunto acoso laboral es un tema muy delicado; estas denuncias se resuelven en los tribunales. Por lo delicado de la denuncia y dado que la apoderada Merinero desde un principio anunció acciones judiciales, desde la Mesa de Juntas se pidió un informe a nuestros servicios jurídicos, cuya conclusión fue que la relación de la institución con apoderados y apoderadas no es laboral, sino de representación política.

También se tuvo que crear la figura del apoderado no adscrito, cuando Arturo Aldekoa fue expulsado del PP y pasó al Grupo Mixto.

-La figura del apoderado no adscrito no fue contemplada en la reforma del reglamento. Cuando se produjo la expulsión de un integrante del Grupo Popular, todos los grupos políticos tomamos la decisión de regular esa figura para evitar en el futuro posibles abusos, no incitar al transfuguismo y regular con más precisión los derechos económicos y representativos.

¿Cómo le sentó la moción impulsada por el PP en el Senado pidiendo que no se transfieran más competencias a Euskadi?

-La ciudadanía vasca no puede entender este tipo de decisiones cuando el Estatuto de Gernika lleva 40 años de incumplimiento. Me llama la atención la contradicción entre el populismo centralista de Pablo Casado y las posiciones que defiende el PP vasco, al menos, en campañas electorales. No tienen que estar nada cómodos con esta competición de Casado para ganar votos de la derecha.

¿El régimen foral es un privilegio?

-De ninguna forma; decir eso es una falta de conocimiento de la realidad. Existe por parte de algunos partidos políticos una tendencia a hacer unos discursos basados en la demagogia y en el oportunismo político, que llevan a la radicalidad y separan a las personas. Son unas declaraciones que obedecen al oportunismo político.

Ha sido una legislatura en la que se han plantado muchísimos retoños.

-No se han plantado más que en otras épocas, sino que los hemos dado más a conocer. En cada campaña, de enero a marzo, hemos plantado unos diez. Hemos querido que crezcan retoños en lugares relacionados con la memoria histórica, con una plantación en Sartaguda, el pueblo de las viudas, o en Auschwitz, en un acto muy impactante y emotivo que fue presidido por el lehendakari. Prometí que en el centenario del bombardeo de Gernika -se plantó coincidiendo con el 80º- volvería con mi hija a mostrarle los horrores que es capaz de hacer el ser humano y lo que no se tiene que volver a repetir.

¿Para cuándo un retoño en Hiroshima?

-Están aclimatándose dos retoños ya en Japón para que puedan plantarse en esa ciudad mártir. Lo más difícil, superar las barreras que pone el país para la entrada de especies arbóreas, ya está hecho; espero que se den las condiciones para que pueda llegar a plantarse un retoño allí.

Han puesto en marcha un censo de esos retoños.

-Tenemos más de medio millar de referencias y para mí ha sido una sorpresa conocer, por ejemplo, que en Jerusalén, en Tierra Santa, crece un retoño del Árbol de Gernika que fue plantado a principios del siglo XX en un convento de los Franciscanos. Estamos siguiendo la pista de ese retoño a través del Mikel Ayestaran.

¿Dónde le gustaría plantar uno?

-En los jardines del Vaticano; es uno de mis sueños confesables.

¿Deniegan muchas peticiones?

-No; contrastamos que sea una entidad o una institución que sea digna de tener un retoño, y solo se ha denegado una en esta legislatura porque ya contaban con otro.

¿Qué suponen para usted?

-Son actos muy especiales y emotivos, porque te permiten conocer vivencias y contactar con esos lugares, llenos de simbolismo. Para nosotros es un acto muy solemne, que llevamos a cabo con un protocolo concreto. Es un motivo de alegría porque compruebo que, a pesar de que ha pasado mucho tiempo desde que Iparraguirre hace casi 200 años cantara su Gernikako Arbola, sigue siendo un símbolo muy querido y que está vivo, el símbolo más universal del pueblo vasco y del anhelo de paz.

La Asamblea de Mujeres ha cumplido este año su tercera edición. ¿Por qué se puso en marcha?

-Cada uno desde su ámbito, todos podemos y debemos aportar para ir consiguiendo una efectiva igualdad entre hombres y mujeres. Hemos sido un parlamento pionero a la hora de aprobar un plan de Igualdad. El cuadro de Francisco de Mendieta, el primer retrato colectivo de mujeres de Europa que preside nuestro parlamento, fue nuestra fuente de inspiración para, cuatro siglos después, hacer realidad aquella asamblea imaginaria que había tenido lugar en Gernika. Es un acto simbólico en el que las mujeres reivindicamos nuestro espacio. Este año, además, hemos querido reconocer y homenajear a mujeres que han sido pioneras en diferentes ámbitos porque las niñas y jóvenes necesitan referentes para romper esos techos que todavía tenemos. En estos momentos en los que está habiendo reacciones machistas no podemos dar ni un paso atrás. En esta época en la que desde la ultraderecha se está alimentando el machismo, tenemos que hacer un muro de contención para no retroceder ni medio centímetro. Incluso actos simbólicos como estos tienen su importancia.

¿Continuarán en el futuro?

-Tenemos unas elecciones por delante... Pero me gustaría; mi valoración de estas asambleas es muy positiva.

Uno de sus empeños esta legislatura ha sido dar a conocer la institución. ¿Qué se ha hecho?

-Todo lo que hagamos va a ser poco porque las Juntas Generales siguen siendo unas grandes desconocidas. No hemos tenido costosas inversiones publicitarias pero sí multitud de iniciativas: los plenos txikis de la mano de Unicef, nos han acompañado también los niños emulando los plenos de Naciones Unidas, hemos abierto las puertas de nuestras sedes en las Jornadas Europeas de Patrimonio, se han celebrado diversas exposiciones, hemos firmado un convenio con la UPV para que jóvenes artistas tengan aquí su primera oportunidad, se han abierto las puertas de Gerediaga, la plantación de los retoños, las comisiones ahora se pueden seguir por streaming, se creó la comisión de Peticiones y Relaciones con la Ciudadanía...

¿Y de cara al futuro?

-A mí me gustaría hacer que la Casa de Juntas de Gernika, el tercer espacio más visitado de Bizkaia, vuelva a ser atractivo para los vizcainos y euskaldunes, que tengan ganas de volver con su familia, con su cuadrilla, con su asociación... Queremos adaptarla a las demandas y necesidades actuales, con nuevos atractivos.

¿De qué forma?

-No va a ser tarea fácil porque en Gernika se tiene que seguir sintiendo el peso de la historia pero tenemos alguna idea para renovar esa sede.

Vuelve a ser la candidata del PNV para presidir las Juntas. ¿Qué supone para usted?

-Lo afronto con muchísima ilusión y más experiencia que hace cuatro años. El PNV tiene un proyecto y a las mejores personas para hacer de Bizkaia un territorio mejor para nuestro hijos, en el que nadie se quede atrás; formar parte de este proyecto es un orgullo.