Bilbao - Duchas desinfectantes, trajes de protección impermeables, equipos de respiración semiautónomos, sistemas de esclusas para acceder a la zona de trabajo... Son algunas de las medidas que incluye el protocolo de seguridad que se implantó en la planta de tratamiento mecánico-biológico de Arraiz tras el brote de fiebre Q detectado en 2014. La pasada semana, dos trabajadores volvieron a dar positivo por la misma enfermedad, aunque no están confirmados, y hay otros dos casos sospechosos y en estudio.
La propia diputada de Sostenibilidad y Medio Natural, Elena Unzueta, calificó el protocolo que se sigue en la planta de separación de residuos e implantado por Osalan como “el más riguroso de todos los que se aplican en las plantas de estas características en Europa”. Las medidas de seguridad incluyen tanto la adaptación de las instalaciones para minimizar los riesgos como acciones de protección individual, procedimientos de trabajo e higiene, formación de los trabajadores y vigilancia de la salud. El protocolo está destinado no solo a minimizar los riesgos biológicos derivados de la actividad que se desarrolla en la TMB, como la aparición de restos animales que puedan propagar por vía aérea la fiebre Q, como también de otros residuos peligrosos, como restos hospitalarios -que constituyen “una fracción muy pequeña y poco relevante” sobre el total tratado en la planta”- e incluso una pieza radiactiva que fue hallada en las instalaciones en 2015 y que supone el único caso de este tipo registrado desde que se iniciara su actividad. Cuando ocurre alguna de estas incidencias, se ponen en marcha protocolos de trabajo “rigurosos y exhaustivos” para retirar los restos, así como procedimientos para higienizar el área en el que han sido encontrado.
Tras el brote de fiebre Q de 2014, las instalaciones se adaptaron para minimizar los riesgos. Así, se remodelaron todos los sistemas de ventilación de las cabinas en las que se separan los residuos, renovando los mecanismos de extracción del aire, para proteger a los trabajadores de una posible infección por vía respiratoria. En estas cabinas de triaje, el aire se renueva desde el exterior, previamente climatizado, conduciendo el del interior al sistema de extracción y depuración de la planta.
Asimismo, se implantó un sistema de esclusas para entrar y salir de las áreas de trabajo de la planta. Para acceder a estos espacios, los trabajadores tienen que pasar por un pasillo protegido y tres esclusas enclavadas; para salir, además, deben someterse a una ducha de descontaminación por nebulización con material desinfectante, que incluye también la limpieza del calzado.
La planta exige el uso permanente de equipos de protección individual a todos sus trabajadores, compuestos por casco, gafas, mascarillas, guantes anticorte, ropa de trabajo interna, trajes de protección externa y botas antiperforación. Además, existe otros elementos específicos para cada zona de trabajo, como equipos de respiración semiautónomos, guantes antiquímicos y de soldadura, mandiles y trajes ignífugos, y arneses anticaída y dispositivos retráctiles.
Lavado de la ropa especializado El lavado de la ropa que se utiliza en la planta la lleva a cabo una empresa especializada, y corre a cargo de la empresa gestora. La ropa de trabajo se lava dos veces por semana durante todo el año, salvo en época de verano, en la que la frecuencia se aumenta a tres por semana.
La planta también dispone de equipos específicos para la limpieza de las instalaciones, tanto programadas como puntuales, así como de servicios externos para la desinfección sistemática de cabinas, vestuarios y zonas comunes.
Los trabajadores, por su parte, cuentan con la formación y equipamientos necesarios, recibiendo información sobre los riesgos potenciales de sus puestos de trabajo y las precauciones a tomar, o la utilización y empleo de los equipos de protección.