Una subasta con mucha firma
El próximo martes se venderán al mejor postor los tres libros de honor del restaurante perro chico, que recogen las firmas y dibujos de decenas de famosos
Las excentricidades de Lucía y su hijo Miguel Bosé, el cante El Fary, la sonrisa amable de la actriz Blanca Portillo, el querido alcalde de Bilbao Iñaki Azkuna, la colorista diseñadora Agatha Ruiz de la Prada, la actriz que tanto disfruta de la villa Concha Velasco... y un largo sinfín de nombres populares han sido parte de la historia del mítico restaurante Perro Chico, ese templo del paladar ubicado en el Muelle Marzana.
Su anterior propietario, Santiago Díez, al ver que tanta gente conocida y relevante llegada del todo el mundo acudía a su casa, un día decidió recopilar en un libro de dedicatorias y dibujos de sus comensales con pedigrí. Hubo muchos pintores, pero también acudieron directores de orquesta, pilotos, escritores, actores, guionistas, cantantes o periodistas entre otros profesionales. Comida tras comida y mes tras mes las hojas se llenaban y al final se completaron un total de tres libros de firmas entre los años 1998 y 2013.
Una trilogía única y de gran valor sentimental que también es un reflejo de la crónica social que Bilbao ha vivido durante más de década y media. Este pack inédito de los tres libros de honor del restaurante Perro Chico es el que se llevará el mejor postor este próximo martes en la sala de Subastas Gran Vía Bilbao. El precio inicial de salida es de 5.000 euros y la cita a partir de las 18.00 horas.
“Toda la gente importante que venía a Bilbao terminaba siempre en ese restaurante, era un sitio muy icónico”, explica Marisa Arnaiz, directora de la tienda subastas que ha conseguido tan valioso material bibliográfico. Ella es consciente de la joya que tiene entre sus manos y enseña con orgullo cada detalle que tienen los volúmenes en su interior. “Hay dibujos de gran belleza; otros artistas dejaron textos de su estancia en Bilbao”, explica Marisa. Frases como “perro chico y gato chico, hermanicos, hermanicos de aquí hasta el fin del mundo. Un abrazo con muchos besos en el pico, perro chico”, que escribió Miguel Bosé.
Al local se acercaron varios de los arquitectos y diseñadores que dieron la vuelta al edificio de la Alhóndiga. El equipo del famoso Phillippe Starck, tras degustar unos grandes platos y quedarse satisfecho, no dudó en plasmar de forma muy original su gratitud por la comida y el trato recibido. Varios dibujos de lo que ahora es Azkuna Zentroa son una de las joyas del lote. También el pintor Thomas Krus agradeció en inglés la hospitalidad de Santiago: “Una vez más hemos vuelto a disfrutar de tu hospitalidad. Bilbao es nuestra casa de acogida y tu eres el mejor anfitrión”. Por su parte, Davin Saley, quien estuvo en el restaurante en junio de hace 17 años, expresó su agradecimiento, también en inglés, por su estancia en el local y destacó su nivel gastronómico: “Gracias por la maravillosa comida que nos has preparado, todo ha estado riquísimo”, se puede leer.
También hay anécdotas e historias casi detrás de cada estampa personal en los volúmenes. Por ejemplo, Azkuna, uno de los muchos que plasmó su rúbrica fue cliente más que asiduo del local referente en Bilbao durante muchos años. Una fidelidad que se transformó en una amistad inquebrantable con Santi. Tan íntima fue su relación que, cuando Azkuna comenzó a enfermar, Díez acudía una vez al mes a cocinarle a su casa.
Historias y restos gráficos de vida que se entremezclan en tres volúmenes que estos días se encuentran a buen resguardo en el interior de una estantería de cristal para que el comprador pueda llevárselo en el mejor estado posible. “Nos ahorramos que la gente lo esté toqueteando”, bromea la profesional de las antigüedades.
Un “Gran Tesoro” Por eso, al saber que este pack de libros emblemáticos de la villa son de por sí un “gran tesoro” espera que pasado mañana Marisa acuda “muchísima gente” a la subasta. El reclamo del lote bibliográfico tira pero además pretende que los que acudan apuesten por otros artículos ya que contamos con “gran cantidad de obras vascas de hace mucho tiempo”, apostilla la responsable del local.
Muebles de más de un siglo, alfombras orientales, joyas de diseños sin par, maquetas de veleros sin viento en vitrinas transparentes, libros con sabor a viejo, plata u obras del inigualable Eduardo Txillida. Además no hace falta estar presente en la sala para poder llevarse una buena pieza. Los propietarios de la casa hacen las veces de pujadores en contactos con los interesados “y no son solo pujadores cercanos también los hay ingleses o franceses”, concluye Marisa.