Indautxuko Eskola: por otros 100 años de vida
Indautxuko Eskola celebra este curso su centenario de vida y ayer comenzó a celebrarlo. Música, bailes y un reencuentro caluroso con un exalumno de 104 años consiguieron hacer de una tarde habitual, una inolvidable
LAS paredes de Indautxuko Eskola cuentan historias y son testigos de todas las generaciones que año tras año, década tras década, han pasado por sus aulas de enseñanza. Y es que 100 años dan para mucho y eso es algo que este colegio sabe de primera mano. Indautxuko Eskola celebra este curso escolar su centenario y ayer comenzó a celebrarlo.
Pasadas las 15.00 horas los más peques comenzaron a salir de las instalaciones del colegio para concentrarse en el patio. Solo se veían caras de emoción y las sonrisas fueron los grandes protagonistas. Sabían que algo especial les esperaba. Realizaron un corro enorme alrededor del patio y escucharon atentamente las palabras que de la directora del colegio, Esther del Barrio: “Muchas gracias de corazón a todos los que vais a participar en el primer acto del centenario de nuestro centro”. Del Barrio pasó la palabra a Andere, portavoz del Ampa del colegio, y se dirigió al alumnado muy emocionada. “Nuestro tesoro más preciado sois vosotros”, dijo.
Pero, entre los allí presentes había una persona realmente especial para todos. No era la mascota Dautxu, quien consiguió entusiasmar a todos, sino que se trataba de Eduardo Larrouy, un exalumno del colegio que ahora tiene 104 años y que fue el encargado de lanzar el txupin. A pesar de que a Eduardo no le gusta ser el centro de atención, ayer consiguió captar la mirada de grandes y pequeños, tanto de los estudiantes como de las familias.
“Lo que más me llama la atención es que está muy tranquilo”, reconoció Edu, el sobrino nieto del centenario. Edu, también exalumno del colegio, fue quien se enteró de que Indautxuko Eskola estaba “preparando algo gordo” para celebrar su centenario. Por eso no dudó en ponerse en contacto con ellos para ofrecerse como ayudante. Aprovechó para comentarles que tenía un tío abuelo de 104 años, exalumno del colegio, por si querían hacer “algo especial” con él. De hecho, Eduardo ya participó en los actos del 75 aniversario del colegio, por lo que, en esta ocasión, no podía ser menos.
Eduardo salió orgulloso y sonriente por la puerta del colegio, con su cachaba y agarrando el txupin bien fuerte. Ilusionado porque, a pesar de que no le gusta llamar la atención, le hacía “muy feliz” estar presente en la celebración de los 100 años del que fuera su colegio. Por eso, se sentó en una silla y, mientras le colocaban el pañuelo verde del colegio, observaba con mucha atención a todas las generaciones que tenía frente a él.
Y entonces comenzó a sonar el txistu y el tamboril al ritmo del aurresku. De hecho, las chicas de sexto de Primaria tenían una sorpresa: habían ensayado la dantza. Tras el baile, colocaron globos en el centro del patio, donde se apreciaba el número 100, y los dejaron volar hacia el cielo. Y sonó. ¡Pum! La fiesta había comenzado.
“Es emocionante ver el trabajo en equipo que se ha estado haciendo años atrás y lo que se ha trabajado para celebrar este día”, declaró Andere. Y solo tenían un objetivo: hacer felices a los estudiantes. “Queremos que tengáis todo para que vengáis a estudiar felices al colegio. Para que eso pueda ser posible, la labor que hacen tanto el profesorado como los padres y madres del colegio es esencial”, dijeron desde el Ampa.
“Nos hace mucha ilusión” Enara e Irati, de 6 años, estaban “muy contentas” de formar parte de Indautxuko Eskola. “Nos hace mucha ilusión estar hoy aquí”, dijeron con una sonrisa de oreja a oreja. No paraban de cantar ni de bailar las euskal kantak. Y es que sin el alumnado, Indautxuko Eskola no podría haber llegado a los 100 años de vida. Por eso, de la mano del coro de la escuela -ayudado por el resto de estudiantes- presentaron el himno de la escuela con su respectivos pasos de baile. Los padres y madres no quitaban ojo y se emocionaban de ver a sus hijos disfrutar tanto. “’Mira a Naia, ahí está”, le dijo Saioa a su marido Josetxu. Llevaban esperando este día varias semanas. “Hemos estado ensayando el baile en casa”, dijeron riéndose. Por eso sabían cuándo había que mover los brazos o levantarlos, y no dudaron en seguir el baile desde tras la valla, el lugar donde estaban todos los padres.
Pero todavía les quedaban fuerzas para más. Se marcaron un Txulalai por todo lo alto. Después de unos minutos en las aulas, la Coral de Bilbao también quiso estar presente en este día tan especial y les ofreció una actuación para brindar por otros 100 años más de vida y de historia.