NO hay nada mejor que trabajar en lo que a uno le apasiona. No hay nada mejor que juntar dos grandes pasiones en una. Y Maider Sierra, una joven de 25 años, lo sabe de primera mano. Su gran vocación: la fotografía y los perros. Siempre le ha apasionado congelar momentos y su punto débil son los perros. De hecho, recuerda que el día que llegó por primera vez a su casa, varios días después de nacer, ya tenía su propio guardián. “Mi ama me cuenta que el día que llegué del hospital el perro que teníamos siempre se ponía debajo de mi silla”, rememora.
Y, sin pensárselo dos veces, en noviembre de 2015 lanzó su gran proyecto: Mestizaa, una fotografía para una vida muy perra.. Una idea que nació a raíz de acoger en su hogar una perra mestiza de loba. “La habían maltratado y la tuvimos cuatro meses en casa hasta que la encontramos un hogar”, apunta. De hecho, el hogar se lo encontraron gracias a las fotos que le hacía. Por eso se le pasó por la cabeza que su labor podría tener una salida. “Al principio no pensé que me dedicaría plenamente a ello porque solo lo hacía para ayudar a los perros que necesitasen encontrar un hogar para vivir y una buena foto ayuda mucho”, confiesa. Precisamente, hasta que no volvió de un viaje a Rivera Maya no se decidió a lanzarse de lleno en el. “Los perros estaban bastante mal y me dio muchísima rabia no poder hacer nada por ellos”, explica emocionada. Y por eso decidió tirarse a la piscina. Lo dejó todo para sumergirse de lleno en lo que toda su vida había sido su gran pasión y que vio materializado hace poco más de un año.
Pero su afán por la fotografía viene de mucho antes. Desde que le regalaron a los 15 años una cámara no ha parado. “A mí lo que realmente me gusta es tener la cámara en mano; cuando terminé bachiller empecé a hacer cursos de fotografía pero al final todo es cuestión de práctica”, confiesa. Precisamente, comenzó su andadura como fotógrafa en el mundo de la moda y realizando retratos en boda o sesiones a niños pequeños. “Todo eso me terminó desquiciando”; bromea. Por eso no dudó en hacer “todo lo posible” en vivir de lo que realmente era su gran pasión: la fotografía canina.
A día de hoy, cuenta orgullosa que siempre está “deseando con muchas ganas” que llegue el día en el que tenga que salir a hacer fotos a los perros. Según su experiencia, asegura que “todas las sesiones son anecdóticas” pero el tipo de perro tiene “mucho que ver” en ello. Precisamente, ha trabajado con perros westies o yorkshires pero como “apenas tienen expresividad” le resultan mucho más gratificantes las sesiones de fotos con perros draco o dorberman. “Son otro mundo porque el porte que tienen les hacen brutales”, asegura. Y eso es lo que le gusta, conseguir una imagen en la que diga: “Esto es la leche”.
A pesar de que, en este caso, los modelos no paren quietos, ella asegura que hay que hacer la foto en el momento exacto en el que miren a la cámara. Su gran secreto es engañar a los perros con la comida. “Es el punto débil de todos y, además, les hace estar tranquilos y sentados”, explica. Pero por si alguna de sus tácticas falla, siempre se guarda un as en la manga. “Siempre hacemos gestos pero el ruido es lo que siempre funciona”, asegura. De hecho, cuenta que al principio de las sesiones siempre está alrededor de media hora jugando con ellos para que se cansen e intentar que la próxima media hora, la que utiliza para sacar las fotos, estén mucho más tranquilos.
APOYO CONSTANTE
La Asociación Galgo Leku es quien desde “el momento cero” ha apoyado su proyecto, les ha ayudado a difundir sus trabajos y los ha promocionado. De hecho, les considera sus padrinos porque han contado con Mestizaa en todo momento, incluso para elaborar el calendario de la propia asociación de este año. Además, el próximo 19 de enero realizarán conjuntamente una exposición de fotos en el museo Cooper Deli de Bilbao, donde todos los beneficios irán destinados únicamente para la asociación de Galgo Leku.
Hace poco más de un año abrieron su primer estudio en Bolueta pero, tras mudarse de la gran ciudad a Nabarniz, lo tuvieron que cerrar. Pero eso no es un impedimento porque la idea de abrir uno nuevo cerca de su zona está presente. “Al final es más profesional y a los clientes les entra más seguridad el hecho de que puedan ir a un local a ver todos tus trabajos”, asegura. Pero llegar hasta donde ha llegado nunca lo imaginó cuando cogió por primera vez su cámara réflex a los 15 años. “Esto es lo que me hace realmente feliz y no pretendo hacerme rica”, confiesa. Se conforma con que pueda vivir de ello porque “con eso me sobra”. Es verdad que nunca pensó que alguien fuese capaz de pagar por hacer fotos a su mascota hasta que se vio sumergida en el mundo. “Junto a Galgo Leku hemos demostrado que hacer fotos a perros que estaban en buscar de un hogar lo han encontrado”, apunta.
De hecho, Mestizaa “está abierto a todo”. Ella está encantada de poder ayudar a los perros que necesiten encontrar un hogar para vivir y de poder retratar a cualquier raza de perro de cualquier familia. Porque de eso se trata Mestizaa, de tener una fotografía para una vida muy perra.