Miguel A. Pardo

Santurtzi - Las grandes personas, los seres hechos de otra pasta se ven en la adversidad. Es en esos retos que nos marca el destino, cuando se demuestra la personalidad de esos individuos dispuestos a afrontar aquello que se les ponga por delante. Uno de esos héroes anónimos es Andrés Benzal, un santurtziarra de 36 años que, nota a nota, demuestra que por encima de las barreras está su amor por la música. Esta tarde, a partir de las 20.00 horas, estará junto a su grupo Mi Dulce Geisha en la sala New Steel de Santurtzi actuando en Adisarock, actividad organizada en favor de la Asociación de Discapacitados de Santurtzi (Adisa).

El de esta noche será un concierto muy especial para él, puesto que es miembro de Adisa. “Para mí, este concierto es muy especial, diferente a todos porque además de disfrutar con la música colaboramos con Adisa”, explica Andrés con una sonrisa que tiene un valor incalculable. Es la sonrisa que demuestra sus ganas de vivir. Vivir esa vida que empezó a torcérsele con 21 años. De la noche a la mañana, se vio inmerso en un montón de pruebas y biopsias. El diagnóstico fue demoledor; tenía una distrofia muscular, una enfermedad rara, sin nombre y de la que no hay ningún otro caso registrado.

Cualquier otra persona podría haberse hundido, pero su figura emergió ante tal adversidad. “Tenía dos opciones; hundirme y tirar la toalla o seguir luchando. Evidentemente, elegí la segunda”, reconoce Andrés, quien a los 16 años había empezado a tocar la guitarra, pero que, meses antes de serle diagnosticada la enfermedad, dejó de tocar. Desde hace quince años, el desarrollo de su enfermedad es toda una incógnita. No sabe hasta qué punto sus músculos se deteriorarán, pero, de momento, le tienen postrado en una silla de ruedas. El cuerpo se resiente, pero su mente sigue intacta, con el mismo espíritu de lucha que el día en el que le diagnosticaron la enfermedad. “Soy muy cabezota, y pase lo que pase, voy a seguir luchando”, confiesa.

Muestra de ello es que, en 2006, creó el grupo Monkeys in the Garden. Empezó tocando la guitarra como antes de que la enfermedad empezase a debilitar sus músculos, pero, finalmente, tuvo que dejar de tocar y pasó a ser vocalista. La historia de la banda se terminó, pero Andrés siguió empeñado en tocar.

Mi dulce geisha Así nació Mi Dulce Geisha en 2009 y, desde entonces, han ofrecido más de un centenar de conciertos. “Es todo un orgullo cuando veo a gente en silla en nuestros conciertos”, declara. Dentro del mundo musical ha tenido muchas barreras, y es que, la mayoría de los escenarios y lugares de actuación no están adecuados para personas discapacitadas. “A muchos escenarios me suben mis compañeros a burros. Tengo unos compañeros de grupo que son increíbles”, explica.

La banda se presta para todas las acciones solidarias posibles, como demostraron el pasado 26 de octubre en la celebración del Día Internacional del Daño Cerebral Adquirido, cuando actuaron en el puerto de Santurtzi. A la hora de echar su mente a volar con su concierto soñado, es muy claro. “Mi sueño sería tocar en fiestas de El Carmen de Santurtzi, aunque fuese como teloneros”.

El vocalista de Mi Dulce Geisha cuenta con la admiración de muchas personas, entre ellas, Iñaki Blanco, presidente de Adisa. “Andrés es un ejemplo de lucha y optimismo”, señala Blanco. Andrés, le resta importancia pero sigue día a día, nota a nota, rompiendo barreras y plantando cara a una enfermedad que no le impedirá hacer esta noche lo que más le gusta; actuar ante su público. Es solo una muestra más de que la fe y el tesón están por encima de la adversidad y las barreras del destino.