bRAK Recycled Skateboard Sunglasses es la marca de unas particulares gafas de madera detrás de las cuales se encuentra el ingenio de Jimmy Bracaglia, un joven de 37 años, de origen italiano y aficionado al skate que llegó a Abadiño hace unos tres años.

“Desde pequeño he tenido la curiosidad de conocer más allá de lo que me rodeaba. Eso me ha ayudado a ser creativo. He vivido toda mi vida en Venezuela, pero a los 17 años me fui a California y eso fue una experiencia brutal porque era uno de mis sueños ir allí a patinar y seguir alimentando mi espíritu aventurero” afirmaba.

Reconoce que siempre ha sido un poco manitas y que su afición por armar y desarmar cosas le ha ayudado a la hora de ser tan creativo. Jimmy Bracaglia optó por reciclar la madera de los viejos patinetes para convertirla en gafas de sol.

El trabajo es totalmente artesano. De una tabla que esté bien, se pueden sacar hasta cinco frontales. Las patillas se sacan de las curvas de la cola del patín. “Todavía, a día de hoy, sigo puliendo y mejorando la gafa en cuanto a estética y comodidad. La madera es un material muy noble, me gusta y creo que se me da bien” recalcaba con entusiasmo.

En el proceso de fabricación, cuenta con el apoyo de una conocida óptica de Durango, donde se encargan de escanear los huecos del frontal de las gafas, y cortar a medida los cristales que Jimmy compra en Italia. “El cristal ya llega tratado, con sus características. Son gafas de sol que se pueden graduar. Lo hago a través de la óptica. La primera pregunta que le hice fue si tenía la máquina para cortar los cristales en tienda. Me interesaba que las gafas no dieran mil vueltas. Le expliqué el proyecto y me abrió sus puertas. Procuro dejar el dinero en negocios y en gente que están en las mismas condiciones que yo, intentando echar para adelante con su negocio. La tienda Sylke comparte mi misma filosofía y me hace un favor vendiendo las gafas en su tienda, utilizo las redes sociales para darme a conocer y vender las gafas. Me ilusiona este proyecto y mi pareja me ayuda a creer en él” remarcaba.

Sin duda, una filosofía que está dando de qué hablar pues los modelos de gafas son cada vez más conocidos. “Yo no voy a vivir de esto. Para poder hacerlo tendría que industrializarlo y entonces perderá la filosofía que tengo. Ese espíritu es el que he querido transmitir a las gafas. Son gafas descaradas, muy llamativas, que no pasan desapercibidas. Mi fin es hacer cosas en mi vida que me gusten y que me hagan feliz, y disfrutar de la vida con mi pareja y mi hija”, puntualizó.