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El bacalao se queda huérfano

El cocinero Emilio González 'Currito' muere en Santurtzi a los 52 añosSiguió la estela de su padre, uno de los pioneros de la cocina vizcaina y vasca

El bacalao se queda huérfanoDEIA

Santurtzi. Curtido en los fogones y especialista en el arte del bacalao, "al que hay que amar para sacarle el pilpil del alma". Así hablaba Emilio González, más conocido en Santurtzi como Emilio Currito, hijo del popular cocinero del que heredó el sobrenombre. Y esa es la estampa que recuerdan sus amigos y compañeros ahora que el pilpil se ha teñido de tinta negra en señal de duelo. Ayer, pasadas las 17.00 horas, Emilio, de 52 años, cayó desde su piso, en la Avenida Murrieta, a escasos metros del legendario restaurante que regentó su padre Currito de Santurtzi y que hasta ayer dirigía junto a sus dos hermanas.

Él se definía, ante todo, como hijo de su padre, por mucho que refunfuñase, entre dientes, cuando reducían aquella cocina casera a las tremendas sardinas asadas. "Somos más, mucho más que eso de una docenita de plata", murmuraba. No por nada, Emilio practicaba a diario "una cocina sana, honrada y suculenta: adobaba con nuestra tierra y nuestras tradiciones", decía.

"Mi obsesión sigue siendo el bacalao", aseguraba en una entrevista periodística en 2006. Más allá de esa pasión, Emilio guardaba la memoria chirene de su padre, José María González Barea, fallecido un 20 de noviembre de hace siete años. Mantuvo en pie el Club Amigos de la boina Currito, fundado en Madrid a principios de los noventa junto a Alfredo Amestoy; escribió múltiples libros de cocina y bacalao; y fue uno de los fundadores de la asociación de hostelería Santurtzi Gastronomika, cuyos miembros ayer guardaron un minuto de silencio en su honor durante un acto celebrado en la Casa Torre. "Se va un referente de Santurtzi, una parte de nosotros", recordó con cariño Joseba Ramos, presidente de la asociación.