Frente al escritorio, una colección de buenos deseos se desparrama en una menguante saca de postales y felicitaciones de Navidad. El turbión de correos electrónicos y el bombardeo de sms han desterrado la hermosa costumbre del puño y letra, dejándolo todo en un ¡clic! Vengan en el formato que vengan, se agradecen las palabras amables, los felices deseos y el buen humor que corre por las venas de estos días. Puestos a escoger, me quedo con un mensaje anónimo que me desea un 2011 en formato de paraguas. Sospeché, de salida, de su procedencia. ¿Un paraguas...? Será un enemigo, alguien que me quiere mal y me augura un porvenir negro. Un par de renglones más abajo se deshacía el entuerto. Me deseaba mucha tela y... ¡un buen mango!

Así son las cosas estos días; un ir y venir de las palabras. Me recuerda un amigo cartero que sí, que el correo postal ha bajado. Pero que aun así estos son los días del año que más riesgo corren de caer en las garras de la lumbalgia. La felicidad todavía tiene quien le escriba y no hay que hacerle caso al refranero, cuando recuerda aquello de carta cortés, cada dos renglones, mentiras tres. Son ganas de destripar la magia y meter el dedo en el ojo. Cierto es que, a la espera de lo que depare el destino, 2011 se anuncia como un año en el que habremos de jugarnos la última carta. Se anuncian, quiero decir, tiempos más duros que los pasados. La hora decisiva en que conocer el desenlace de una crisis cuyo argumento parece escrito en Venezuela, dicho sea con perdón de Hugo Chávez y sus compatriotas. Al fin y al cabo, esta Edad Negra del dinero tiene la longitud de un culebrón y, en ese arte, los venezolanos son consumados maestros.

Visto el panorama, uno agradecería que llegasen, traspapeladas entre los ¡zorionak! y ¡urte berri on!, alguna que otra carta de recomendación. ¿Será necesario...? Los vaticinadores dice que sí, pero no es cuestión de comenzar un nuevo año vendándonos el ánimo antes de que nos lo amoraten a golpe de malas noticias. Es preferible fijar la vista en quien ha escrito con buena voluntad. Sus palabras y la procedencia de las mismas ofrecen una radiografía de la ciudad y del estado de ánimo. Leyéndolas uno cree que sí, que saldrá el as de corazones que esperamos -y necesitamos...- para ligar un buen juego.

Llegaron, insisto, papeles desde Iberdrola, con los buenos deseo de Ignacio Sánchez Galán; desde el Athletic, con Fernando García Macua a la cabeza o desde la Sociedad Coral de Bilbao, firmada por Cecilio Gerrikabeitia. También recurrieron a correos la ABAO que preside Juan Carlos Matellanes, El Corte Inglés de José Carlos Ramos y los suyos; los colegios oficiales de farmacéuticos, Enfermería o dentistas (gracias a Virginia Cortina, María José García Etxaniz y Salvador Landa y a todos cuantos le apoyan...); los hoteles, con Agustín Martínez Bueno, Alberto Gutiérrez y Javier Campuzano a la cabeza.

Con puño de hierro y suave pluma de ganso escribió Jon Ortuzar, el Melchor del Palacio Euskalduna, inmerso este año en la remodelación de la carroza. Germán Barbier y Manu Suárez hicieron lo propio desde la Sociedad Bilbaina y a Pelaio Serrano, caballero de la Orden de Café Baqué, no le tembló el pulso ante el papel. No olvidarse, ¡vive Dios!, del aire alegre de los acordeones de Amagoia y Asier Loroño, ni de Begoña Gómez, Begoña Urtxaga, Begoña Rueda y toda la buena gente que lucha a brazo partido desde las asociaciones de enfermos. Julio Alegría volvió a dar en el clavo al recordarnos que alguien nos hizo vudú en 2010 y José Mari Amantes, al frente de la alegre caravana de la konpartsa Moskotarrak, mandó dos manos entrelazadas en un christmas cargado de eléctrica emotividad.

También llevaban alta tensión los dibujos del pintor Iñaki Sarriugarte y las fotografías de Tomás Ondarra; el tándem formado por Enrique Thate e Isidro Elezgarai (E.T. Saltxitxero e Isi Pregoneri saludan con un "froher weihnachten" que les deseo por partida doble también a ellos, por si acaso...) y Ander de Aranbalza recurre a los veleros para desear buenos vientos. No hubo agencia de comunicación - Álvaro Ortega y la maravillosa gente de Docor; Virginia Knörr y las suyas desde VK; Ana Larizgoitia e Itziar Villamandos desde L&V, tierra de pan de leña y mar de anchoas, Juan Carlos Urrutxurtu, Santiago Oliván y la tropa de MBN; Borja Elorza, en nombre de CidFA; José Gordejuela y compañía desde Proyección y una largo etcétera...- que no desease felices fiestas. Lo mismo hicieron los comerciantes a través de sus más altos cargos (Sergio Etxeberria, Jon Aldeiturriaga, Jorge Aio, Jon Andoni Zarate y así hasta hacerles un hueco a todos...), José Miguel Lanzagorta, Txema Vázquez Eguskiza y Fran Aspiazu, desde Cebek; Sabino Gutiérrez, Pedro Aurtenetxe, Pedro Campo, desde Cecobi, la gente del toro y cientos más que sabrán disculpar su ausencia en estas páginas, donde el espacio aprieta. A todos ellos, repito, cabe desearles un buen salto de año y nuevos vientos.