Galdakao. La curva de Ibaizabal, en la N-634, volvió a ser el sábado el escenario de un espectacular accidente, que se saldó con un herido y cinco coches dañados, de los cuales dos terminaron empotrados en lonjas de la calle Gernika, cerca de la rotonda de Pozokoetxe.

Este siniestro ha vuelto a poner encima de la mesa la exigencia del Ayuntamiento de instalar en esta curva un radar fijo que reduzca la alta siniestralidad que mantiene y que la ha calificado ya de punto negro. Esta petición ya ha sido remitida al Gobierno vasco en varias ocasiones con idéntico resultado: la negativa del departamento de Interior al no cumplir la zona "con los requisitos de la metodología usada en otros países en cuanto a gravedad de accidentes y causalidad de los mismos".

"¿Quién se hará responsable cuando haya un accidente con una víctima mortal? Yo exigiré, llegado el caso, la dimisión del responsable de Tráfico del Departamento de Interior del Gobierno vasco por no ayudarnos a rebajar la siniestralidad, pese a los diferentes llamamientos públicos que hemos hecho", advierte el alcalde, Joseba Escribano.

Esta curva, localizada en las inmediaciones de la principal entrada al municipio, ha registrado más de 50 siniestros durante los últimos cinco años. Por ello, y ante la falta de un radar fijo, el Ayuntamiento ha incorporado a la equipación de su Policía Municipal un radar móvil que se coloca en numerosas ocasiones en este punto para intentar frenar la velocidad de los coches más lanzados.

Según datos facilitados por el Consistorio, en una de las últimas mañanas en la que los agentes controlaron este punto, la máquina cazó a 13 infractores en tan sólo cuarenta minutos.