Viene del pasado para conquistar el futuro. Corría mediados de los años setenta cuando hizo fortuna en Bilbao Silvino Colavidas con la apertura del restaurante, bautizado con su apellido, abierto en la estación de Abando, encrucijada de tránsito de un Bilbao que, como hoy, iba y venía sin cesar. El local pronto se hizo refugio de loas noctámbulos alegres y canallas y vivió el último esplendor del Bilbao de las tertulias. Los más asiduos de entonces, si es que aún quedan, todavía recordarán el día en que Braden, un corazón de oro fornido como un búfalo, sacó por la ventanilla de un coche a un bocagrande que no cesaba de insultar a la clientela del local. Tampoco se olvida la figura de un cocinero, de cuyo nombre no logro acordarme, que cruzó una singular apuesta con los asiduos: en una semana les haría comer cartón. Volaron los billetes y, semiolvidado ya el loco desafío sacó un cordon bleu alabado por todas las mesas. Estaba hecho, se lo imaginarán, con finas láminas de cartón pluma. Años después aún se recordaba aquella historia, por mucho que él presumiese de haber sido el introductor, dicho sea sin segundas, del hígado de oca fresco en el Estado, junto al histórico Jockey de Madrid. El viejo Silvino, un cráneo privilegiado mondo y lirondo, falleció a mediados de agosto, días antes del 21, fecha en que comenzó el rodaje del negocio que ayer se presentaba en sociedad.

Llega hoy el nuevo Colavidas y entra la tentación de mirar al de ayer. Incluso sus actuales propietarios, Darek Alonso y Antonio Reyes, mantienen el interés en recuperar aquella atmósfera. De nuevo habrá cuatro espacios -dos salones privados, un restaurante y la cafetería...- divididos entre el vestíbulo de la estación y en las plantas altas, junto a los andenes. Aldo de Catalo, el chef, propone dos líneas de trabajo: cocina de autor y el rescate de la cocina vasca clásica. Se recupera, también, el premio taurino El Capote de Oro, con el que se obsequió a los grandes matadores de la época y una bodega con más de cien referencias. Es, además, la sede de la peña oficial de Fernando Llorente. ¿El reto...? ¡A la bilbaina! Conseguir una estrella Michelin en dos años. Testigo de todo ello fueron Manuel Esperanso, Irati Morales y Rosa María Izarzugaza, alineación titular de la cocina; el presidente del Club Taurino, Daniel Gómez, Manu Amigo, José Antonio de Braun, Manuel López, José María Vizcarra, José Antonio Galiana, Lucía Aretxabaleta, Iñigo Urien, Txetxu Milla, Albito Alonso, José María Rodríguez Orrantia y un sinfín de amigos.