Bilbao ha dejado atrás su pasado industrial para consolidarse como uno de los destinos turísticos más atractivos del norte del Estado. La villa se ha transformado en un espacio dónde conviven cultura, gastronomía y modernidad, y esa evolución se refleja en la creciente diversidad de turistas que la visitan cada año.

El perfil de los visitantes es muy amplio, pero muchos de ellos proceden de distintas partes de Europa, además del resto de territorios del Estado. Cada grupo busca experiencias distintas, pero todos tienen algo en común: en algún momento de su visita acuden al Museo Guggenheim. "Es nuestro segundo día aquí y el plan de hoy, por supuesto, es visitar el Museo Guggenheim, para después ir a comer buena comida y visitar sitios como el Casco Viejo", declara Greta, que ha venido a pasar unos días junto a su amiga Gabia desde Lituania.

La intención original de estas amigas era encontrar el vuelo más barato posible desde su país hacia el sur del continente y el único que encontraron fue uno que iba a la capital del Estado, pero según sus palabras "estar ahí diez días nos parecía mucho", así que se decantaron por hacer una ruta por el norte. "Ya hemos visitado los Picos de Europa, estamos haciendo una ruta circular y Bilbao estaba dentro del itinerario. Sabíamos que era una ciudad muy bonita", admite Greta. Gabia, por su parte, reconoce que "los edificios y la arquitectura de la ciudad son magníficos y eso nos encanta".

Guggenheim, visita obligada

Desde Alemania han venido Martina, junto a sus hijas Charlotte y Elisa, que han realizado rutas por diferentes lugares de Euskadi. "Venimos desde Alemania y estamos haciendo rutas a pie. Hemos ido desde Bilbao a Gernika, pasando por Etxebarria, para después ir a Azpeitia, Zumaia, Donosti y volver a Bilbao. Hoy es nuestro último día", reconoce Martina. "Nos ha encantado el Casco Viejo y los restaurantes que hay ahí. También hemos visitado el Guggenheim. Nos encanta la cultura y el euskera lo encuentro atractivo", destaca Charlotte, quien admite que su comida favorita son las aceitunas "de cualquier tipo".

No muy lejos de Alemania, desde Bélgica en concreto, han venido Kathleen junto a su marido Marc. "Unos amigos nos recomendaron venir a Bilbao. Nos dijeron que había buena comida, y buenos museos. Mañana visitaremos el Guggenheim. Tenemos una guía y la estamos siguiendo, por la tarde iremos al Puente Colgante", relata Kathleen.

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En El Arenal, un grupo de cuatro amigos de Toulouse pasean y uno de ellos, Antoine, saca su cámara. Es el único que habla inglés. "Venimos desde Francia, el por qué estamos aquí es un poco de casualidad, pero nos hemos encontrado la fiesta y lo estamos disfrutando, era la ocasión perfecta para explorar la ciudad. En nuestro país la fiesta es muy diferente. Lo que más nos gusta de la ciudad es su cultura", admite. Además, este joven destaca que lo que más han disfrutado han sido "las fiestas y el espíritu festivo, que es perfecto para las familias y es muy bonito". Y al igual que los anteriores, también van a visitar el Guggenheim durante este miércoles además de dar un paseo por la ría y descubrir otros lugares de la villa.

Bilbao, con su equilibrio entre tradición y vanguardia, ha conseguido que cada visitante encuentre una razón para volver. Ya sea por la arquitectura que sorprende en cada esquina, la riqueza gastronómica que invita a saborear la ciudad o la hospitalidad de sus gentes, la villa se ha consolidado como un lugar que no sólo se visita, sino que se vive.