Tras un breve paso de Ibon Areso, hace diez años le tocó recoger el testigo de Iñaki Azkuna, reconocido como mejor alcalde del mundo. El reto no era menor.

Había que ser un valiente para ser el siguiente candidato después de Azkuna. Asumí el reto con una ilusión y unas ganas enormes. A lo largo de estos años hemos conseguido mantener el legado y ahondar en la transformación de Bilbao, una transformación que no ha concluido.

Hace dos años revalidaba la alcaldía, pero con la pérdida de miles de votantes. ¿Qué reflexión hace en el ecuador del mandato? 

Los votos que perdimos, en torno a 15.000, no fueron a otros grupos. Doblamos prácticamente al siguiente partido, EH Bildu. El liderazgo del PNV es sólido. Pero hay un bloque de gente que no votó al PNV y se quedó en la abstención. Tenemos que saber cómo a recuperar a ese votante, recuperar el liderazgo y las políticas dirigidas a la gente. 

¿Sigue percibiendo el mismo desencanto hacia lo público?

Lo percibo sobre todo después de la pandemia: es una sociedad más individualista y egoísta, con un desapego importante respecto a lo público que muchas veces se traduce en una crítica feroz. Es muy importante recuperar el valor de la política porque si no nos queda el populismo a un lado y la tiranía al otro.

En estas tres legislaturas han apostado por gobernar en coalición con el PSE. ¿Esa confianza sigue intacta a pesar de las rencillas que ha habido últimamente entre ambos partidos?

Ha habido situaciones polémicas en otras instituciones. El pacto de gobierno en el Ayuntamiento de Bilbao lo veo sólido: somos dos socios leales, somos dos partidos diferentes, pero un único gobierno. 

Los plenos evidencian la capacidad para llegar a consensos, aunque sean puntuales, con EH Bildu y Elkarrekin Bilbao. Es más complicado con el PP. ¿Hay diferencias irreconciliables?

Me alegro de que sea esa la sensación. Eso avala la apuesta que tenemos de ensanchar. Tenemos mayoría absoluta, pero intentamos negociar cada proposición. Hemos llegado a pactos con todos los grupos y es verdad que han sido más con Elkarrekin Bilbao y EH Bildu que con el PP. En estos momentos creo es más fácil trabajar con esos dos partidos que con el PP, que viene lastrado por un planteamiento político importado desde Madrid.

¿A qué se refiere?

A la política que busca todo el tiempo el conflicto y la discusión, llegando a veces al menosprecio y al populismo. Como alcalde no lo comparto. Mi idea es seguir trabajando para buscar acuerdos con todos, pero el PP está en un planteamiento muy difícil, intentando buscar votos en base a cuestiones conflictivas.

Comenzaba el mandato con una fuerza “extraordinaria”. No obstante, le ha tocado capear con diversos problemas de salud. ¿Cómo se siente ahora?

La salud es una carga desde 2009, cuando tuve la primera operación de tumor. Luego otra en 2014, estando en el Gobierno, y otra más, en 2021, como alcalde. Tres veces luchando contra el tumor. Encima he tenido dos operaciones de cadera que me lastran la movilidad. Pero me encuentro francamente bien, con la misma ilusión. Intento hacer caso a los médicos, pero la salud no me impide darlo todo por Bilbao.

El PNV está ejemplificado un relevo generacional. ¿Se ve presentándose por cuarta vez a la alcaldía? 

Se ha producido ese cambio generacional, sobre todo con la figura del lehendakari Urkullu, un referente en la política. Y dentro del partido ha habido un cambio, pero no ha sido generacional; Aitor Esteban es un año más joven que yo. La ventaja es que en nuestro partido nos presentan y es la afiliación la que decide. Mi mensaje es claro: mi partido tomará la decisión que tenga que tomar con libertad y tranquilidad. A mí saben que me tienen a su entera disposición. Quedan dos años de trabajo y no podemos despistarnos. Hay muchos proyectos ejecutados, pero hay muchos pendientes.