Los bolardos en los pasos de peatones, los ensanchamientos de acera o la eliminación de los vértices de las calles han complicado que los infractores puedan estacionar mal sus vehículos en las vías bilbainas. El resultado es que el servicio de grúas municipales tiene cada vez menos trabajo y el número de turismos que llega al depósito ubicado en Zorrotza es cada vez menor. A pesar de ello, las grúas de Bilbao retiran al día una media de 13 vehículos –sobre todo turismos– de las calles; el año pasado fueron 4.735 en total. La mayoría de ellos por aparcamientos en espacios prohibidos, pero también hay un número importante de vehículos que se retiran por estacionar en espacios reservados. En el último año, de hecho, se han incrementado los coches arrastrados por aparcar en plazas destinadas a los rodajes.

Josu Grisaleña, agente del Depósito Municipal de Vehículos de Bilbao, evidencia cómo los cambios urbanísticos llevados a cabo en los últimos años con el objetivo de hacer una ciudad más amable para el peatón han tenido una consecuencia más inesperada. “Cada vez es más difícil aparcar mal en Bilbao”, constata antes de puntualizar que aún es más complicado en el centro, donde es prácticamente imposible estacionar en “segunda fila”, una práctica en desuso tras el paulatino ensanchamiento de las aceras. Otros elementos como la inclusión de bolardos en los pasos de peatones y aceras o el aumento de calles para viandantes también han influido en ese descenso gradual. De hecho, el número de turismos retirados el año pasado está muy lejos del de 2019 –último año antes de que hubiera covid–, cuando se recogieron 5.981 vehículos.

Ese descenso es aún más llamativo si se compara con aquellos años en los que las grúas municipales porteaban al año más de 30.000 vehículos. “Cuando comenzó la OTA en Bilbao, hace más de 30 años, había 15 grúas en funcionamiento y se llevaban un montón de coches”, rememora Grisaleña sobre el servicio que entró en funcionamiento en 1986, en aquel entonces con gran resistencia por parte de la ciudadanía. A día de hoy cuentan con cuatro grúas por las mañanas, tres por las tardes y dos por las noches y los fines de semana. Y antes de que se firmara la última concesión del contrato, hace dos años, funcionaban cinco grúas por las mañanas y cuatro por las tardes. “Tenemos menos grúas, pero porque la necesidad es menor”, afirma Grisaleña.

Infracciones varias

El agente del depósito municipal revela que el motivo por el que más vehículos se retiran es el estacionamiento en espacios prohibidos. “Es un cajón de sastre de infracciones”, puntualiza Grisaleña. En el siguiente grupo están aquellos vehículos que se retiran por haber aparcado en espacios reservados. “Pueden ser reservas consulares, de Osakidetza, del Gobierno vasco… y, últimamente, se retiran muchos vehículos de reservas que se hacen para rodajes. Ahí estamos teniendo mucho trabajo”, incide Grisaleña, quien indica que han atendido a personas que “llevaban estacionando en el mismo sitio los últimos 20 años y resulta que ese día concreto han puesto una reserva y no se habían dado cuenta”.

Otros motivos por los que llegan los coches al depósito, que cuenta con capacidad para 450 vehículos, son los controles de alcoholemia con resultado positivo realizados a los conductores o el hecho de que no cuenten con seguro; los aparcamientos en vados permanentes o en carga y descarga; o los vehículos que han sufrido alguna colisión. También hay un número reseñable de turismos que han sido objeto de robos. “No es que hayan robado el coche, en la mayoría de los casos les han roto un cristal para llevarse algo del interior”, matiza Grisaleña.

¿Y tienen constancia de conductores que al no encontrar su vehículo donde lo habían estacionado piensan que se lo han robado? El agente del depósito municipal corrobora que se han dado casos, ya que mientras otras ciudades dejan algún tipo de notificación en el lugar donde se retira el turismo, no es el caso de la capital vizcaina. “Si acude a una comisaría de Bilbao a denunciar, lo primero que hacen los agentes es confirmar que no lo tenemos nosotros”, indica Josu Grisaleña, quien expone que si se trata de una comisaría de fuera de la capital vizcaina es posible que no lleven a cabo este trámite. “Si no acude nadie a recoger el vehículo, al día siguiente se intenta buscar el teléfono para llamar al titular”, asevera.

En cuanto a la tipología de vehículos que llegan al depósito, donde puede haber desde bicicletas a furgonetas, confirma que la mayoría son turismos. En las instalaciones de Zorrotza, a donde se trasladó este servicio municipal en 2019 desde Zorrotzaurre, se pueden encontrar coches low cost junto a turismos de alta gama. “Hemos tenido un Chevrolet Corvette amarillo que llamaba mucho la atención, también alguna Hummer o algún Maserati”, indica Grisaleña. Aunque sin duda el vehículo más atípico que ha llegado a sus instalaciones fue un artefacto que tuvieron que retirar hace dos años de El Arenal bilbaino, en plena Aste Nagusia. “Alguien lo había fabricado con placas solares y distintas piezas. Era un artilugio muy curioso y, aunque no llegamos a verlo en funcionamiento, se supone que había circulado en algún momento”, revela sobre el vehículo que nadie llegó a reclamar.

El don de la oportunidad

Aquellos con el don de la oportunidad de aparecer cuando la grúa está a punto de ejecutar la retirada de su vehículo deberán tener en cuenta tres supuestos antes de ponerse a discutir. Josu Grisaleña desvela cuáles son. En el primer caso llega el conductor antes de que la grúa inicie las maniobras. “Podría llevarse el vehículo, pero con la denuncia puesta”, revela. En el segundo supuesto el conductor llega cuando el gruista ya ha comenzado las maniobras. “Se da cuando ya ha puesto los transportines en la ruedas de atrás o ya ha enganchado el coche con las uñas, pero aún no ha iniciado la marcha. En ese caso se hace un desenganche”, expone. De esa forma, el gruista levanta un acta de desenganche y, posteriormente, el conductor recibirá en su domicilio las tasas correspondientes a esta actuación. La tercera situación contempla que el vehículo esté ya enganchado y la grúa haya iniciado ya la marcha cuando el conductor aparece. “Aunque solo sean 10 metros no se entrega el vehículo. Y el conductor tiene que recogerlo en el depósito”, confirma Grisaleña.