Una chiquilla observa atentamente cómo Jesús Sainz traza un ágil movimiento con el brazo antes de soltar la pesada bola, que rasga el aire para, instantes después, estrellarse contra uno de los tablones del Club de Bolos de la Torre Urizar, situado en el barrio bilbaino de Irala. Mientras, dos chavales se disputan una partida de ajedrez y, a escasos metros, la Asociación Sociocultural de Capoeira Atabaque se prepara para recibir a la media docena de niños que, en ese momento, realiza las otras dos actividades. Todos ellos, alumnos y profesores, han participado este sábado en el programa de ocio que el consistorio bilbaino lleva a sus distritos cada fin de semana para promover alternativas de recreo saludables entre los niños y adolescentes de entre 10 y 17 años.
"Hay que recordarles que el deporte también es importante, ya que son cada vez más los que están enganchados a las tecnologías”
“El objetivo es que los chavales dejen el móvil. Hay que recordarles que el deporte también es importante, ya que son cada vez más los que están enganchados a las tecnologías”, explica Danel Sagardui mientras supervisa las actividades. Más de un centenar de estudios coinciden en señalar que los dispositivos tecnológicos pueden generar adicción entre los más jóvenes con un una facilidad pasmosa.
En ese sentido, indican la exposición prolongada puede generar diferentes problemas como trastornos del comportamiento o el acceso a contenido no apropiado para su edad. Para tratar de poner coto a este problema, este sábado se ha propuesto a los niños del séptimo distrito dejar el móvil para jugar a bolos.
Los niños del siglo XVI ya jugaban a los bolos
“Cuando era un chaval estábamos todo el día en la calle, no como ahora”, lamenta Jesús Sainz. Dice llevar toda una vida jugando a los bolos y, por eso, se encarga de instruir a las nuevas generaciones de bilbainos en las técnicas de un deporte que se ramifica en múltiples modalidades. “Nosotros les estamos enseñando la técnica de los Tres Tablones, que es la que más se juega aquí”, comenta Jesús. “Se originó en Las Merindades, una zona del norte de Burgos”, apostilla. De acuerdo con la página oficial de esta variante de los bolos, se tiene constancia de su práctica desde el siglo XVI.
Entre el estrépito, dos infantes disputan una partida de ajedrez. Fijan su mirada en la tabla y no parecen advertir el barullo. Y es que, además, de trabajar el cuerpo, en Irala también abogan por trabajar la mente a través de un deporte del que se extraen múltiples beneficios. “El ajedrez permite desarrollar muchas competencias”, subraya Johnny Sadusea, que instruye a los niños en esta actividad. Considera que en un mundo en el que la incidencia de los estímulos tecnológicos es cada vez más acusada, el ajedrez puede contribuir a que los jóvenes aprendan a enfocarse de lleno en una sola actividad. “Es bastante complicado para los niños, aunque pueden lograrlo a través de este juego. De hecho, se recomienda bastante a los niños que tienen TDAH –Trastorno Del Déficit de Atención–”.
La Capoeria también es una disciplina que puede aportar múltiples beneficios a los niños que presentan esta u otras condiciones como el Asperger. Así lo afirma Eliseo de la Peña, integrante de la Asociación Sociocultural de Capoeira Atabaque: “Hemos tenido niños con este síndrome con problemas de psicomotricidad y han podido superarlos”, asegura, “y, además, les da la opción de pasar el tiempo lejos del ocio inadecuado”. Ocio inadecuado que él define como “un uso excesivo de los dispositivos móviles”. “El objetivo es hacer deporte y socializar, que es lo que las pantallas impiden”, zanja.