La Gran Vía se queda estrecha para las cientos de personas que la recorren. El reloj marca las 12.00 horas y en las tiendas que copan la principal arteria comercial de Bilbao se embolsan prendas a las que les augura una vida más bien corta. Las cifras del último informe Pulse of the Fashion Industry, elaborado por la Global Fashion Agenda, estiman que anualmente se confeccionan hasta 100.000 millones de prendas en el mundo.

En el mismo periodo se generan 92 millones de toneladas de residuos textiles que acaban abarrotando los vertederos. Asimismo, los jerséis, camisetas y pantalones que llenan las bolsas de los clientes son producidas en condiciones de extrema precariedad en países del sur global.

Estas son algunas de las cuestiones por las que organizaciones como Fashion Revolution consideran que es necesario un cambio de paradigma en la industria textil. Este sábado ha participado en el BBK ODS eguna –que se celebra anualmente cada aniversario de la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible por la Asamblea General de las Naciones Unidas– con una performance en la que han escenificado la urgencia por construir una moda más responsable con las vidas humanas y con el planeta que éstas habitan.

Esta edición del BBK ODS eguna –organizada por la fundación BBK Kuna– ha transformado el céntrico Parque de Doña Casilda en un espacio destinado a la divulgación de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. A través de múltiples juegos y actividades, txikis y mayores tienen la oportunidad de  "conocer mejor los ODS, y entre todos entender mejor qué son y por qué son fundamentales", de acuerdo con la directora de la obra social  de BBK, Nora Sarasola.

Repensar la moda para un mundo más habitable

Airí Ferrer, responsable de Fashion Revolution en Euskadi, explica que su equipo representa el número 12. "El de consumo y producciones responsables", detalla. Este Objetivo Global dicta que para el año 2030 los modelos de producción y consumo deberían cumplir con unos determinados criterios de sostenibilidad y responsabilidad.

Con estos dos conceptos como hoja de ruta, la delegación vasca de esta organización ha montado una instalación (cuya forma recuerda a la estructura de un contenedor) con ropa usada en el que los visitantes pueden reproducir dos vídeos cortos sobre el impacto medioambiental de la industria textil. "Mientras, cuatro diseñadores bilbainos crean, a través de estas prendas, un nuevo diseño. Es decir, son prendas confeccionadas a partir de diseño textil", concluye Ferrer.

El trasiego de curiosos que se acercan a ver la acción performativa es constante cuando el reloj se acerca a la una del mediodía y las notas de una canción del grupo euskaldun Bulego acarician cada rincón del parque. No obstante, la marabunta y la música no parecen tener efecto en Ainara Urquijo, que se concentra en transformar un pantalón vaquero negro en una falda, "con mucho vuelo".

Dañar al planeta y a las personas que lo habitan

Su objetivo es dotar de flexibilidad a un tejido que, por su naturaleza, es muy rígido. Como todas sus piezas, ésta también se confecciona con criterios de sostenibilidad ambiental. "Al final la moda es una de las industrias más contaminantes. Genera muchos desechos. Entonces, es importante que nosotros, como diseñadores jóvenes, intentemos cambiar las cosas", señala.

Para Ainara, la moda rápida y la moda súper rápida –que se cristaliza a través de sitios web como Shein– representan un modelo de consumo "perjudicial e innecesario". Los datos avalan su postura. Y es que solo en la Unión Europea, en 2020 el consumo textil por habitante medio requirió 400 metros cuadrados de suelo, nueve metros cúbicos de agua y 391 kilogramos de materias primas. La factura medioambiental de todo ello ascendió a una huella de carbono de 270 kg.

Además del impacto sobre el entorno natural, la industria de la moda, según Airí Ferrer, también vulnera los derechos humanos de sus trabajadoras. “En el derrumbe del Edificio Rana Plaza –situado en Bangladés, alojaba talleres de costura– murieron 1134 personas y otras 2437 resultaron heridas. Muchas, no se han podido recuperar. Las propias trabajadoras no querían entrar y tenían miedo por el estado en el que se encontraba”, ejemplifica para refrendar su postura. “Así, la industria de la moda, además de dañar el medioambiente, también daña a las personas” denuncia. 

Ha pasado una década del ominoso suceso. La industria textil continúa generando residuos, más de dos millones al año sólo en la UE. “Pero hay cada vez más personas concienciadas en Bilbao”, zanja Ainara Urquijo.