El alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, ha explicado este miércoles que el proyecto para cerrar al tráfico privado el tramo de la Gran Vía entre la plaza Circular y el cruce con Alameda Urkijo le genera "dudas", por lo que considera que hay que "trabajarlo más" antes de ponerlo en marcha.

La concejala de Sostenibilidad y Movilidad, Nora Abete, acusó ayer martes a Aburto de paralizar el proyecto.El alcalde no lo ve”, expuso la concejala para justificar el retraso del proyecto, previsto ya en el Plan de Movilidad Urbana Sostenible 2015-2030 de la villa, elaborado en 2018 y que recoge toda una batería de medidas para mejorar el tráfico en la ciudad.

La iniciativa original pretendía peatonalizar el tramo de la Gran Vía comprendido entre la plaza Circular y el cruce con Alameda Mazarredo, de forma que solo el transporte público pueda circular por él, ampliando también las aceras para ganar espacio al peatón. Sin embargo, el área que encabeza Nora Abete barajaba ahora una actuación de bajo impacto en la zona, limitándose únicamente a pintar la calzada e instalar la señalización correspondiente, sin tener que llevar a cabo la obra completa de entrada, de forma que fuera reversible en caso de que la medida no cumpliera con los objetivos marcados.

Aburto ha explicado que recibió el informe sobre el proyecto "recientemente" y, tras leerlo, "me surgieron algunas dudas". Por ello, considera que se debe "profundizar en algunos puntos" del proyecto, también porque "algunas de las situaciones, desde que se hizo ese informe, han cambiado. Creo que es bueno, en estos temas que afectan a la ciudad, tener los datos necesarios para tomar las decisiones. Se trata de eso, nada más".

Un proyecto "diferente"

El alcalde ha advertido de que este último proyecto es "diferente" al que se presentó en 2021 y que contaba con un presupuesto de más de 700.000 euros. Entre las dudas respecto a esta nueva iniciativa, ha citado los problemas de tráfico que se podrían generar el cruce entre las calles Ripa, Ibañez de Bilbao y la bajada por el Puente del Ayuntamiento. "En este momento, se puede hacer un giro a la izquierda en la plaza Venezuela hacia Ibáñez de Bilbao y también por la calle Ripa, que antes obligaba a pasar el puente. Hay que saber qué afecciones tienen esos nuevos movimientos", ha citado a modo de ejemplo, para añadir también la intersección de la alameda Mazarredo con la Gran Vía.

Y es que, para acceder a alameda Urkijo desde Hurtado de Amézaga, que ahora se realiza a través del tramo de Gran Vía que se pretende cerrar al tráfico privado y que cuenta con tres carriles de circulación, los vehículos tendrían que bajar hasta la plaza Venezuela y subir por Ibáñez de Bilbao, con dos carriles en sentido ascendente y solo uno para girar hacia Urkijo.

Para evitar el cuello de botella que podría generarse en esta zona, la iniciativa inicial prevía un cambio de sentido de la calle Canciller de Ayala -en la que se encuentra el parking de El Corte Inglés-, de forma que se pudiera entrar desde Hurtado de Amezaga a Urkijo de forma directa.

Además, ha advertido de que el proyecto inicial "ganaba mucho espacio para los peatones", algo que no ocurre con el actual, que no contempla ensanchar las aceras. "Era un proyecto muy importante para la ciudad, como hemos hecho en la calle Iparraguirre o lo estamos haciendo en María Díaz de Haro o Rodríguez Arias", ha enumerado.

"No es una transformación"

En este sentido, ha recordado que el Plan de Movilidad Urbana Sostenible de Bilbao, en el que está recogido el proyecto y que marca un horizonte temporal hasta 2030, habla de una "transformación de la Gran Vía" y ha advertido de que lo que se pretendía hacer ahora "no se puede considerar una transformación".

Por ello, ha abogado por trabajar con los diferentes agentes que están implicados en este ámbito, empezando por los comerciantes, a los que puede afectar la decisión, y también con diferentes áreas municipales como pueden ser la de Desarrollo Económico, la de Seguridad o la de Obras Públicas, Planificación Urbana y Proyectos Estratégicos. "Se trata de que todos, conjuntamente, vayamos decidiendo cuál es el mejor proyecto. En mi caso, prefiero tomar las decisiones con un mayor conocimiento", ha defendido.

Aburto ha defendido también su apuesta por seguir ganando espacios para el peatón en la ciudad. "Vamos a seguir trabajando para lograr un Bilbao más amable, más sostenible y más accesible; creo que hay suficientes ejemplos para que no haya ninguna duda en este sentido", ha recordado. También en este caso, el propio PMUS recoge el proyecto y "en algún momento algo en ese entorno habrá que hacer; hay que ver cuál es el proyecto más adecuado, cuáles son las afecciones que tenga y analizarlo con tranquilidad y sosiego, sin prisas. El PMUS va hasta 2030, tenemos tiempo".

"No ha ningún veto"

Aburto ha negado que haya "vetado" la iniciativa y ha lamentado la "polémica artificial" que a su juicio se ha generado en torno a este asunto. "No he sido yo quien ha hecho público lo que yo entiendo que tiene que ser un trabajo interno, que es la forma en la que llevamos prácticamente ocho años trabajando", ha señalado.

Y es que en su opinión, se trata de un proceso de "trabajo interno" y ha afirmado no entender por qué se ha generado esta situación. "Hay un proyecto encima de la mesa, como tantas otras veces, y no hay ningún veto. Quien me conoce sabe que mi forma de trabajar es, precisamente, la contraria; en equipo, con las diferentes áreas e insistiendo cada vez más en esa labor transversal".