LA villa se ilumina para cada uno de los bilbainos todos los años, pero ayer martes por la tarde, para los mayores de la Residencia Conde de Aresti y Hermanitas de los Pobres, se iluminó aún más. Y es que los residentes tuvieron la oportunidad de vislumbrar las luces desde los coches de Radio Taxi Bilbao. Esta iniciativa, completamente voluntaria por parte del servicio de taxis, salió desde la explanada de San Mamés y recorrió los sitios más icónicos de Bilbao. Desde Moyúa, pasando por Casco Viejo y el Consistorio. Tanto residentes como taxistas estaban contentos desde el minuto uno, y sobre todo, dispuestos a retomar una tradición iniciada antes de la pandemia.

Acomodándose la mascarilla y ya dentro del taxi, Nieves Ruiz se planta con una sonrisa en el asiento delantero, minutos antes de que comience la expedición. “Es muy bonito” —comenta— “ya que salimos poco, esto da alegría”. Dice que no experimentaba tal evento desde hace dos años, cuando el coronavirus azotó por todo el mundo, pero en especial entre las residencias de mayores. Sin embargo, Nieves agregó que mientras esta iniciativa continúe, ella planea ir a ver las luces cada año.

Pocos minutos tras iniciar el recorrido, las largas y azuladas luces de Moyúa asombraron a Ángel Agusmendi y Miren Romero. No salieron del coche porque las temperaturas no daban mucho juego a paseos rudimentarios, pero desde las ventanas del coche, Ángel –o Angelito, como le dice Miren– saludaba a los demás taxistas y veía con ímpetu el iluminado navideño. Miren, su compañera, explica que tampoco pudieron ver las luces en años recientes, pero que les “apetecía muchísimo”. Ella señala que todo aquello “tiene su encanto”. No lo podía expresar mejor, una bilbaina de toda cepa, criada entre las callejuelas del Casco Viejo, amante de esta Ciudad y por lo tanto, de su lado más festivo: “Para mí, cada rincón es un recuerdo”.

Valentina, Olga, Rosa, Ana y Bego, en El Arenal. Maider Goikoetxea

Más adelante, ya por el paseo de El Arenal, los árboles se iluminaban con no cientos, sino miles de luces entre sus enrevesadas ramas, muchos de los residentes coincidían en su imponente belleza, como si de un bosque encantado se tratara. Allí la parada se alargó unos minutos más. Rosa Campo salió rozagante del coche con más espíritu que cualquiera, clamando “¡Qué bien y qué bonito Bilbao!”. Junto amigas disfrutó de un buen rato entre las luces, expresando constantemente su cariño por Bilbao y sus decoraciones. “Esto es precioso y lo disfrutamos un montón, es un gran regalo para la residencia”, comenta. Una de sus compañeras, Begoña Rivas –Bego para todo aquel que sea amigo–, se acomodaba su abrigo mientas disfrutada del ambiente navideño, sorprendida con las luces y la tónica especial que brindan a quienes las admiran. “Disfruto muchísimo las luces y es todo gracias a los taxistas, sin ellos nada de esto podría ser”.

Taxistas como Mónica Pérez y Patxi Marina gozaron de la compañía de los mayores, alegando que es una “pequeña manera de devolverles lo mucho que nos han dado”, dice Mónica. Para ellos, es sin duda, uno de los mejores momentos de esta Navidad.