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“No nos esperéis despiertos ni nos pongáis alcohol, que a nosotros también nos hacen control”

Recién llegados de Oriente en transporte público, los tres Reyes Magos saludarán esta tarde a todos los que se acerquen a la cabalgata que comienza a las 18.00 horas

“No nos esperéis despiertos ni nos pongáis alcohol, que a nosotros también nos hacen control”Foto: O. González

Bilbao - Llegó el gran día. A pesar de un “largo y cansado” viaje, Melchor, Gaspar y Baltasar ya están preparados para salir a la calle a saludar a todos los vecinos de Bilbao. Les anima especialmente ver en los ojos de los adultos la “misma ilusión” de cuando tenían cuatro años.

¿Qué tal ha ido el viaje? ¿Largo?

-GASPAR: Sí, largo, cansado... Pero no venimos en camellos, usamos el transporte público. Somos defensores de este medio, no venimos en transporte privado. Usamos también las nuevas tecnologías y muchos de los regalos los hacemos ya on line.

Pero irán de incógnito, ¿no?

-G.: Sí, sí, de incógnito. Desde Oriente a Bilbao viajamos en transporte público, camuflados. Bilbao es una ciudad que eso lo tiene muy bien solucionado. De hecho, muchas veces vamos al hospital en tranvía.

¿Hay algo que defina a los menores bilbainos?

-MELCHOR: Todos tienen denominador común que es la ingenuidad, la capacidad de juego y el amor por lo que tienen alrededor, que es la familia. Eso es algo que pasa en todos los sitios. Pero Bilbao tiene cosas especiales: la ría y el paisaje, el hecho de que los bilbainos se consideran una familia o toda la naturaleza que les rodea. Realmente todo es común: el amor a la familia, la pasión por el juego... Eso lo tienen todos.

-G.: Además también tiene un juego auténtico. Es el único equipo que juega con jugadores de cantera.

-M: ¿Pero hablamos de jugar o del Athletic?

-BALTASAR: ¡De todos los juegos!

Aparte de todo eso seguro que Bilbao tiene más cosas especiales.

-M.: Sí, que ha creado el idioma exclusivo, ya sabemos decir con acento euskaldun pues, chipirón, kalimotxo, pote, botxo...

-G.: ¿Y lo del zurito? Nos hemos dado cuenta de que el zurito que ponen aquí es como una caña de otros sitios...

-B.: ¡O más grande que una caña!

Y eso no es una bilbainada. Siempre dicen que guardan los deseos más preciados en una caja. ¿Cuál es la anécdota que más os ha marcado?

-M.: La que más me marca siempre es cuando vienen los críos pidiendo que su aita, su ama vayan a casa a reunirse todos juntos. También nos piden que bajemos del cielo a los aitites...

-G.: También hay niños que nos dicen que hace muchos años que no ven a su aita o a su ama porque están en otro país trabajando. Nos piden que si podemos hacer que vengan este año. Ese tipo de peticiones te llegan al corazón.

Pero también hay otras acciones que os muestran la solidaridad de los niños.

-G.: Una niña que se sentó en mis piernas después de haber esperado dos horas de cola en la calle me dijo: A mi todo lo que he pedido me lo ha traído el Olentzero, así que lo mío se lo podéis dar a alguien que realmente lo necesite. Es maravilloso.

A pesar de que aún sigan pidiendo cosas materiales también abundan los deseos sentimentales, ¿no?

-G.: Sí, sin duda. Es verdad que hay niños que vienen con unas cartas larguísimas y sabemos que no se han portado tan bien como para pedir tanto. Por eso les decimos que seleccionen tres o cuatro regalos de la lista.

Traen aire fresco e ilusión a las familias, pero en la tolerancia e igualdad hay que seguir trabajando.

-M.: Sí. Es algo que hay que trabajarlo también en la ikastola y con la familia. Bilbao cuida esos valores, pero la educación es importante.

-G.: No vale eso de toma, cállate, toma un juguete. El niño tiene derecho a jugar pero el adulto tiene la obligación de hacerlo con él.

-M.: Además, el niño también tiene la obligación de pedir y preguntarse si todo lo que ha pedido realmente se lo merece. Una reflexión que tiene que hacerlo él mismo.

¿Qué esperan de esta tarde?

-M.: Esperamos no terminar muy larris y que como todos los años el recorrido de la cabalgata esté repleto de gente, aunque llueva.

Durante la cabalgata van muy cómodos, en unos sillones que están a casi 4,5 metros de altura.

-G.: ¿Te has dado cuenta de lo guay que es? Además yo suelo ir con el móvil grabando la cabalgata para que no se nos olvide ninguna persona.

-M.: ¿Y las caras de los adultos? Ponen más cara de alucine que los críos. Los niños se quedan quietos y alucinados, pero los mayores...

-G.: Es precioso ver cómo los padres y las madres retroceden con la mirada a sus cuatro años. En sus ojos ves la misma magia que podías ver cuando tenían esa edad. Es maravilloso ver cómo un adulto se convierte en lo que ha sido. Te mira con la misma ilusión.¿Alguna recomendación para los niños?

-G.: Tenéis que ayudar en las tareas del hogar y tenéis que intentar tener el cuarto un poco ordenado. No nos esperéis despiertos ni nos pongáis alcohol, que a nosotros también nos hacen control.