Con lo fino y lo grueso
El Surne Bilbao se mantiene fuerte en Miribilla tras salvar un compromiso tenso y farragoso que los árbitros crisparon y en el que los hombres de negro tuvieron que sacar a relucir todos sus recursos técnicos y mentales
El Surne Bilbao mantiene su fiabilidad como local y quizás se puede atrever a pensar en cotas mayores si cumple con la premisa de hacerse fuerte en Miribilla en lo que queda de primera vuelta. Superar ayer al Gran Canaria tuvo mucho mérito, tanto como lo logrado en otras citas más brillantes, porque el partido discurrió por cauces que beneficiaban a su rival, más acostumbrado a moverse en las trincheras y arrastrando el cuerpo por el barro. Porque durante muchos minutos para llegar a la canasta hubo que salvar una jungla de brazos por culpa de un arbitraje que Jaume Ponsarnau calificó de “frustrante” y que, bien mirado, fue contrario al espíritu del juego ya que penalizó a quien quiso correr y permitió un excesivo uso de manos para coartar la creatividad y la iniciativa del atacante.
Relacionadas
El choque, nunca mejor dicho esta vez porque hubo muchas acciones de ese tipo, acabó constreñido al cinco contra cinco en la mitad del campo, en un sálvese quien pueda para meter puntos. Como está pasando en otros deportes, las revisiones en vídeo se han convertido en enemigas del arbitraje porque lo dejan en evidencia ante los ojos de miles de personas y de los entrenadores, que quedan expuestos en sus reclamaciones al criterio del trío de turno como sucedió ayer con dos claras faltas antideportivas del Gran Canaria que no fueron sancionadas y acabaron por beneficiar al infractor.
Alcanzar los 79 puntos tuvo tanto valor como llegar a 100 cualquier otro día. En un duelo que arrancó con los dos equipos muy poco acertados, hasta llegar a casi cuatro minutos sin anotar en el primer cuarto, la mayor parte de los minutos fueron farragosos, con los jugadores y los banquillos confundidos. Era imposible la continuidad en el juego y eso hizo que el marcador se moviera a rachas, con once cambios en el mando y ventajas cortas para uno y otro lado. Las faltas amenazaron al Surne Bilbao, que se vio con un peligroso 57-61 al inicio del último cuarto.
OTRO TRIUNFO CORAL
De ese momento complicado, le sacaron las genialidades de Jaworski, que metió nueve puntos con dos triplazos frontales y tres tiros libres para un parcial de 13-2 que abrió un mate de costa a costa de Krampelj y completaron dos tiros libres de Pantzar tras penetración. Luego, el esloveno metió otro triple determinante para el 75-69. Y es que en ese tramo final el Surne Bilbao pudo exhibir los argumentos que hacen ser optimista a su entrenador. Al talento, que pudo escapar de los grilletes, se sumó el trabajo de los obreros cualificados, de tipos como Lazarevic y Krampelj que en los cinco minutos finales hicieron lo que tocaba, en lo grueso y lo fino, para proteger la ventaja.
57 puntos anotó al final el banquillo bilbaino en un partido de pico y pala al que se sumó la grada de Miribilla. También el público, impulsado por el arbitraje a ratos caótico, hizo su labor desde muy pronto y hasta el pitido final para convertir su enfado en energía para sus jugadores, como debe ser siempre. Porque los objetivos van de la mano de los resultados y los hombres de negro están haciendo méritos para buscar un sitio que ha solido corresponder a otros, como el Gran Canaria, sin ir más lejos.