El Surne Bilbao Basket lo va a pasar muy mal si no consigue hacerse respetar fuera de casa. Ayer volvió a desperdiciar una situación favorable ante un rival directo y suma de nuevo otra tacada de cuatro derrotas que le condenan a avanzar en lo que queda de temporada con muy poco margen de error, sobre todo en los partidos en Miribilla. Los hombres de negro saltan a la cancha lejos de su casa con el colmillo muy poco afilado y dejan demasiado visibles sus debilidades, que pasan por no ser capaces de consolidar sus ventajas o ampliarlas cuando tienen al rival en la lona. Le dejan levantarse y en su mentalidad acaba pesando más aquello que se ha dejado escapar que, habiendo tiempo por delante, aquello que aún está por conseguir, en el caso de ayer una victoria que le habría dado la iniciativa en la lucha por la permanencia.

El Río Breogán tampoco estuvo brillante, pero sabía que solo tenía que esperar su momento. Este llegó en el tercer cuarto después de una primera mitad en la que el Bilbao Basket se dejó demasiados puntos por el camino desde la línea de tiros libres y no pudo hurgar más en la herida de los lucenses. Como ha ocurrido otras veces, los locales tenían que asumir riesgos y esto pasaba por ser más agresivos en los dos lados del campo. El Breogán solo había metido un triple hasta el descanso, pero los dos con los que abrió este parcial ya avisaban de sus intenciones. En defensa, los de Luis Casimiro apretaron más las líneas de pase, pero siguieron concediendo tiros abiertos que los hombres de negro empezaron a fallar.

Un dos más uno de Pantzar, pese a todo, dio la máxima ventaja al Surne Bilbao Basket, pero los locales ya habían encontrado el hilo del partido y no lo soltaron. Un triple de Kurucs, el sexto del Río Breogán en este cuarto, puso de nuevo al equipo gallego por delante en unos minutos en los que los pupilos de Jaume Ponsarnau acumularon errores y malas decisiones que desnudaban todas las dudas que cargaba su juego. En el último cuarto no hubo manera de recuperar la compostura ante un enemigo crecido, con las ideas claras y su público entregado.

El mejor día de Gielo en el tiro exterior no sirvió para nada porque el juego exterior volvió a fallar. Abdur-Rahkman y Kullamae, que habían anotado ocho triples en Barcelona, no metieron ayer, en un duelo de muchos más valor, ni una canasta en juego, lo mismo que Silverio, Domínguez y Rabaseda. El Bilbao Basket se presentó con tres escoltas en Lugo para jugar muchos minutos con los dos bases juntos, un hecho que no resulta fácil de entender. Esta irregularidad o falta de fiabilidad general lastra al equipo, que nuevo se quedó en un marcador escaso y un flojo 27% en triples. Si tirar a pues quietos es el sueño de cualquier jugador y el objetivo de cualquier entrenador, en el equipo vizcaino parece muchas veces un problema.

Además, en la segunda parte los bilbainos solo tiraron nueve tiros libres por los dieciséis de la primera, lo contrario que su rival, que tuvo seis y dieciocho, lo que resume esa flojera del Bilbao Basket. En fin, así es imposible crecer como equipo porque cada día aparece una vía de agua y los roles no terminan de consolidarse. Ahora toca identificar las batallas decisivas porque aquella tranquilidad que pareció asomar hace un mes con tres victorias consecutivas se ha difuminado.