Al final, se cumplieron los temores de Jaume Ponsarnau y el Bilbao Basket regresó de las ventanas FIBA con un tono bajo que le costó la derrota en Zaragoza. No puede ser casual que los peores del equipo ayer fueran los dos americanos, que no disputaron partidos la semana pasada y que no han podido hacer ningún trabajo grupal por ausencia de compañeros. Y es que en estos tiempos de tanta acumulación de partidos se puede perder el ritmo de juego sin darse cuenta. El caso es que los hombres de negro solo dieron una medida adecuada para aspirar a la victoria como visitantes en el tercer cuarto, en el que anotaron 27 puntos, tantos como en toda la primera parte. Eso les puso en posición de aspirar a la victoria a solo un punto de los maños, pero en ese momento volvió a faltar decisión y acierto.

Tampoco es ninguna casualidad que en esos diez minutos, el Bilbao Basket engordaron su marcador con excelentes porcentajes de tiro. 6 de 8 en tiros de dos y 5 de 8 en triples le hicieron estrechar casi al máximo el marcador, pero nunca ponerse por delante. 12 de 29 y 3 de 22 fue la cosecha en esos dos apartados, respectivamente, en los otros tres cuartos, por debajo del 33%. Al final, pretender ganar fuera de casa en la Liga Endesa con 71 puntos supone una utopía. El equipo de Ponsarnau metió doce puntos menos de su media habitual y el Zaragoza, diez menos. Pero es en la frontera de los ochenta puntos donde se resuelven muchos partidos y los vizcainos se quedaron muy cortos, aunque también hubo aspectos defensivos que, para que no se conviertan en endémicos, requieren una revisión que ha tenido que aplazarse por los recientes compromisos de selecciones.

En este sentido, se viene observando que muchos equipos están asumiendo riesgos con el ánimo de elevar el ritmo y buscar canastas de alto porcentaje a campo abierto. Bien con un constante uso de manos sobre el manejador, con una defensa agresiva del bloqueo directo o con mucha actividad en el rebote de ataque, se trata de compensar los problemas que muchos equipos encuentran para anotar en cinco contra cinco. Ayer el Bilbao Basket volvió a mostrarse endeble en el rebote defensivo y concedió trece puntos de segunda oportunidad. Y tampoco encontró la manera de cerrar los espacios hacia su aro y sufrió cada vez que sus pívots tuvieron que defender lejos de la zona, que fue casi siempre. Se temía la producción de los bases y pívots del Zaragoza y fueron los que decantaron la balanza: Spissu con sus tiros exteriores, Bell-Haynes con su verticalidad y Bango con su movilidad. El cuerpo técnico tiene que reajustar detalles, sobre todo los que tienen que ver con lo que ocurre a la espalda del bloqueo directo, una situación en la que en la primera parte hubo mucho desorden.

En cambio, el Zaragoza tuvo claro siempre que debía cerrar su zona y cada vez que entraba el balón a Hlinason tenía un cuerpo pegado a él, cuando no dos o tres, para incomodarle las finalizaciones. El Bilbao Basket no encontró la movilidad sin balón ni acertó en la primera mitad en los muchos tiros abiertos que le concedió el rival. Esta falta de puntería en aquello que se suponía era una virtud del equipo está haciendo mella en la confianza de algunos jugadores, que renunciaron a lanzar en posiciones cómodas. Esto sí es preocupante, más que el hecho de que el equipo haya bajado sus prestaciones y su juego haya perdido solidez y filo.