¿Qué nota le pone a la temporada del Surne Bilbao Basket?

—Es un curso de notable. Europa nos llevó muy lejos y un fatídico partido en el que fallamos, en un momento en el que como equipo estábamos muy bien, nos impidió avanzar aún más. Pero ese día nos sobrepasó todo lo que hizo el Chemnitz. Y en la ACB firmar el objetivo de ser uno de los 16 mejores equipos de la liga con tanta antelación es muy de valorar. Nos ha faltado tener a todo el mundo sano en este tramo de final para competir por una mejor plaza. No pudo ser por las circunstancias, pero debemos congratularnos por acabar como hemos acabado, sin sufrir.

Muchas veces es la sensación final la que queda en la retina. Causa más euforia salvarse en la última jornada que hacerlo con mucha antelación y acabar con seis derrotas. ¿Analizarlo así es engañoso?

—Mira, he estado en equipos en las circunstancias que estaban el domingo Granada y Obradoiro y he vivido las dos partes. Y es muy duro. Y muy exigente. Y como club tenemos que estar preparados por si nos toca vivir una circunstancia como esa porque tenemos posibilidades de que pueda pasar en algún momento. Por eso, cada vez que logramos seguir en esta liga debemos congratularnos. Es un éxito. Debemos estar muy contentos.

¿Se valoran lo suficiente estas dos últimas permanencias holgadas?

—Somos de Bilbao y somos ambiciosos. Yo creo que lo he sido, pero la mejor forma de serlo es teniendo claros los principales objetivos y no obviándolos. Porque esto era lo más ambicioso. No he convencido a todo el mundo, es evidente, pero sigo creyendo que este es el camino que nos puede llevar lo más lejos posible.

Otros equipos de su liga, los que se han salvado y los que no, hicieron muchos movimientos en el mercado y no solo por lesiones. En Bilbao solo se incorporó a Keith Hornsby.

—Hay una cosa muy buena de este club, que es que desde la sensatez, teniendo las cosas claras, se empezó a trabajar muy pronto el verano pasado igual que lo hemos hecho ahora. Eso nos permitió hacer un equipo muy equilibrado y muy ambicioso en cuanto a máximos. Además, pusimos los mínimos necesarios para pensar que podíamos hacer una buena temporada. Hubo una posición que no nos funcionó, la de Georgios Tsalmpouris, pero la propia actuación de Thijs De Ridder fue cambiando nuestras decisiones. La entrada de Keith zarandeó todo el juego exterior y encontramos más capacidad de actuación, pudimos generar rachas positivas con impacto en los partidos.

Han sobrevivido al hecho de que el jugador llamado a ser mascarón de proa del proyecto, Adam Smith, no haya funcionado como se esperaba.

—Este perfil de jugador en esta liga cuesta mucho que sea sólido, no hay muchos. Suelen ser irregulares. El pasado curso Adam nos dio muchísimo. Le quisimos mantener, pero la liga también actúa. No es solo que él haya podido estar algo menos acertado, sino que la liga le ha defendido mejor. Lo que necesitábamos en un momento fue depender menos de él y fue lo que hicimos, ser más competitivos contando con su amenaza, pero no depender solo de su amenaza.

¿Le han frustrado mucho estas lesiones del final, el hecho de que hayan acabado emborronando parcialmente la hoja de servicios?

—Ha habido momentos que he tenido que gestionar una frustración personal, en otros la del equipo y en otros, con mi discurso y mi mensaje, la del entorno. Pero en esto el club ha sido muy positivo siempre, ha tenido claro lo que había. Decidimos no fichar para que la economía del club fuese lo más sostenible posible y todos lo tuvimos claro. Solo hemos tenido que acabar gestionando el enfado de perder porque somos competitivos.

Tras el partido contra el Obradoiro habló de la despresurización mental del equipo tras firmar matemáticamente la permanencia, la salida de Europa… ¿Como ha gestionado eso junto a la racha de lesiones?

—Lo primero fue que perder contra Obradoiro en casa fue una frustración para el equipo. Además, perdimos a tres jugadores por lesión, Rabaseda venía de mes y medio con problemas, Renfroe llegaba apurado al final de temporada… Todo eso estaba, el miedo de la gente a lesionarse estaba también y la gestión del trabajo que tuvimos que hacer las siguientes semanas fue bajando muchísimo el tono de los entrenamientos. Por eso en la previa contra el Palencia dije que no estábamos bien. Dos semanas seguidas sin tono de trabajo se nos notaron demasiado. Queríamos dar pedales pero nos faltaba la tensión para hacerlo, la cadena estaba llena de barro. Y nos frustramos. Y Miribilla también. Hicimos muy mal partido y asumo que quizás debía haber replanteado la forma de trabajar esas semanas.

En cuanto al juego, ¿qué es lo que más le ha gustado de su equipo?

—Hay una marcha entre el contraataque y el ataque estático en la que hemos estado bastante bien. También que a nivel defensivo hemos sido un equipo muy incómodo. Menos algún equipo que a partir de individualidades ha sabido jugarnos, hemos sido bastante sólidos en defensa. Yo creo que a nivel de equipo de play-off.

¿Y lo que menos?

—El acierto. Nuestros porcentajes no han sido todo lo buenos que querríamos. Y me ha preocupado el rebote defensivo. Nuestros porcentajes de rebote defensivo han sido malos. Es una cosa que a la hora de hacer el nuevo equipo debemos tener en cuenta.

La ACB ha vuelto a demostrar, con la salvedad del Manresa, que para dar el salto a una de las ocho primeras plazas hace falta mucho dinero.

—El salto es muy bestia. Hay diez presupuestos muy altos con respecto a nosotros y uno no es el Manresa, que ha tenido un gran mérito. Ahora mismo es difícil tener otra lucha superior. Tenemos la ilusión y la ambición de tenerla, pero a 34 partidos es difícil.

¿Ve en el entorno del club demasiada ansiedad por intentar estar más arriba, que el discurso de la supervivencia puede empezar a aburrir?

—Todos los clubes de este nivel presupuestario en los que he estado se mueven en esta realidad. Hay un momento en el que a este discurso no se le ven las cosas positivas. Hasta que bajan. Entonces se reabre el ciclo y se vuelve a ver todo lo bueno que tiene. En Manresa, que ha tenido ese discurso pese a estar arriba, también hay gente que lo critica, en todos los sitios, pero tiene que haber polis malos que recuerden esta realidad. Miribilla ha estado increíble, fantástico. Solo creo que no nos ayudó tanto en tres partidos, contra esos equipos que dábamos por hecho que debíamos ganar: al Breogán en el último acto, al Obradoiro con las lesiones y ante Palencia. Y en esas citas, si nosotros hubiésemos estado bien seguro que ellos también. En este equipo tenemos inmadureces. Y esos partidos de más presión se nos hicieron más difíciles que jugar en casa contra Gran Canaria o Madrid. Pero Miribilla ha sido trascendental.

El año pasado decía que agradecía la sensatez del club sobre la realidad que le toca vivir. ¿Lo mantiene?

—Tomamos decisiones con los pies en el suelo, en eso hay ventaja respecto a muchos clubes. Eso no hace solo posible ser uno de los mejores 16 equipos, sino ser el mejor posible de esos 16, que esto sea sostenible. Y que si hay una inclemencia se pueda llevar a cabo, como fue el fichaje de Keith.