El Bilbao Basket tiene que hacer otra vez borrón y cuenta nueva. Tras la euforia que desató la victoria en el derbi ante el Baskonia en Miribilla se pasó a la profunda decepción que causó la abultada derrota ante el Niners Chemnitz en la FIBA Europe Cup. Cuando el técnico dijo que estaban encendidos los interruptores de la competitividad y la confianza, cuando el equipo se ganó con los resultados una demanda mayor en todos los órdenes, se le saltaron otra vez los plomos, sobre todo en una segunda parte que discurrió entre la admiración por el estilo de juego de los alemanes y la asunción de una inferioridad por parte de los hombres de negro que nadie esperaba, al menos hasta el punto de que la semifinal quedara finiquitada.

Jaume Ponsarnau aseguró que el equipo jugará el partido de vuelta “con todas las consecuencias”, pensando en una remontada improbable, pero se mostró más preocupado por la reacción a esta derrota que ha enterrado de pronto la ilusión y ha pinchado el globo que había crecido con tres victorias consecutivas en casa que abrieron las puertas de la semifinal europea y dejaron la permanencia casi asegurada. Ahora toca buscar alicientes para lo que queda de temporada, ocho partidos que arrancan mañana en Lugo ante un Breogán que sí que se juega mucho. El reto está ahí, en levantarse de nuevo para tratar de acabar el curso lo más arriba posible y buscar las plazas que puedan conducir a Europa. Si se da el caso, tocará hacer análisis y buscar la fórmula para hacer una plantilla más compensada y que el equipo no pierda potencial en los duelos continentales.

Para mañana, Ponsarnau recuperará a De Ridder y Tsalmpouris, que se antojan necesarios para visitar al Breogán ya que el estado físico de Killeya-Jones es una incógnita tras el esguince que sufrió ante el Chemnitz. Es, precisamente, en el juego interior donde menos armado está el equipo lucense, que con la última incorporación del base estadounidense Justin Robinson alcanzó el tope de veinte jugadores inscritos. “Tenemos que demostrar de qué pasta estamos hechos”, manifestó Ponsarnau tras la derrota europea, que dio a sus jugadores un día libre para pasar el mal trago “con los suyos” y juntarse de nuevo hoy “para revisar el plan de partido y tratar de hacer lo mejor posible en Lugo”.

Todo el mundo asume que el partido “va a ser muy exigente y tendremos que dar una mejor respuesta física y mental” y recuerda que el Breogán ya se impuso en la primera vuelta en Miribilla, en el último partido que los bilbainos habían perdido en casa hasta el miércoles. Desde entonces, el conjunto de Veljko Mrsic ha incorporado al anotador Ben McLemore en sustitución de Justin Anderson, que fue decisivo entonces, a Jordan Sakho y al citado Robinson para buscar la producción ofensiva que le ha faltado en muchos tramos de la temporada. En aquel choque que el Bilbao Basket dominó durante tres cuartos, no estuvo Hlinason, un jugador que mañana puede ser fundemental para aspirar a una victoria que devolvería la a un equipo que ha pasado del blanco al negro en apenas tres días.