Cuando parecía que estaba contra las cuerdas, que la FIBA Europe Cup le iba a enseñar de buenas a primeras que los teóricos galones y los favoritismos a priori no sirven para nada, que si pretende llegar lejos en esta competición tendrá que ir olvidándose de eso de racanear con la energía, el Surne Bilbao Basket conquistó la cancha del campeón Anwil Wloclawek sacando petróleo (79-83) de un encuentro que olía a derrota. No se le están dando mal los finales agónicos al conjunto vizcaino, pero si este miércoles no salió cruz fue porque se dieron un cúmulo de circunstancias que sonrieron a su favor. Los de Ponsarnau jugaron con fuego y no estuvieron lejos de quemarse. Salieron a verlas venir y encajaron un 17-2. Cuando equilibraron la balanza volvieron a sestear para verse doce puntos abajo en el ecuador del tercer acto (56-44) y al final parecía que el partido se les iba a escapar ante un cuadro local serio y contundente, con recursos variados y en absoluto una perita en dulce.
El 79-74 a 2:20 del final amenazó con definitivo, pues a dos tiros libres de Sacha Killeya-Jones le siguieron dos pérdidas de balón de Kristian Kullamae y Xavi Rabaseda. A los polacos les faltó instinto asesino, pero tras otros dos tiros libres del pívot de los hombres de negro seguían teniendo la sartén por el mango: 79-78 a 18 segundos del final. Los visitantes necesitaban robar o hacer falta y Victor Sanders les facilitó el trabajo con un campo atrás. Ponsarnau decidió poner la bola para ganar en manos de Adam Smith poco acertado hasta entonces, y este respondió con un triplazo frontal que abría las puertas del cielo. Con 2,9 segundos, eran los anfitriones los que opositaban al éxito, pero su saque de banda se perdió por línea de fondo con emoción añadida, pues los árbitros revisaron si tocó en el pie de Rabaseda. Finalmente, posesión bilbaina y Denzel Andersson metió los dos tiros libres que sellaron el exitoso estreno.
De esa manera tan rocambolesca resolvió el equipo vizcaino, con Alex Renfroe (22 puntos) y Sacha Killeya Jones como jugadores más entonados, el llamado a ser el encuentro más complicado de esta fase de grupos: resultado inmejorable pero sensaciones no tan positivas. Conceder tantas facilidades a este tipo de equipos hace que se crezcan y luego no siempre es posible recuperar el terreno perdido. De hecho, en esta ocasión fue el Anwil Wloclawek el que se pegó el tiro en el pie al faltarle contundencia para sellar un triunfo que ya saboreaba
HORRIBLE ARRANQUE
El conjunto vizcaino tardó muy poco en darse cuenta de que si pensaba que el partido iba a ser un paseo estaba equivocado. El sonrojante 17-2 con menos de cinco minutos disputados resumía la gran diferencia de seriedad, energía y acierto con que ambos equipos ingresaron en cancha, con los visitantes muy descuidados en defensa y totalmente romos en ataque. Los polacos activaron a sus fusileros desde la larga distancia, Amir Bell hizo daño desde zonas intermedias y Ponsarnau tuvo que llamar a capítulo a los suyos. Tuvo efecto su toque de atención, pues los suyos respondieron con un 0-14 en tres minutos con un cambio de actitud radical y Killeya-Jones imponiendo su ley. No se amilanó en Anwil, pero su ventaja al final del primer cuarto quedó limitada al 24-23 tras triple sobre la bocina del pívot de los hombres de negro.
Pero a los visitantes les siguió costando imponer su ley. Con Tryggvi Hlinason tremendamente fallón y su entramado defensivo muy permisivo, el Anwil Wloclawek volvió a encontrar facilidades, a base de triples y buen trabajo en el rebote ofensivo, para lanzar un nuevo demarraje: 40-30 a tres minutos y medio del descanso. El omnipresente Killeya-Jones y Smith taponaron provisionalmente la vía de agua (40-35), pero el 49-38 con el que la contienda llegó a su ecuador era incompatible con cualquier opción de luchar por la victoria, con los polacos jugando a placer y luciendo un magnífico 72% en tiros de dos.
DUDAS
No mejoraron las cosas tras la reanudación. El Surne Bilbao Basket perdió la bola en dos de sus tres primeros ataques, regaló hasta cinco rebotes en ataque en los primeros tres minutos y el 56-44 a favor de los polacos no auguraba nada bueno. Cuando peor pintaban las cosas, el conjunto vizcaino respondió con un 0-14 impulsado por dos triples de Renfroe, magnífico, y Rabaseda para firmar su primera ventaja: 56-58. Con la retaguardia vizcaina mejor plantada, el 61-60 a diez minutos del final era, visto lo visto, una magnífica noticia.
La primera canasta de Hlinason y un dos más uno de Tomeu Rigo, reclutado para aportar defensa, impulsaron a los visitantes hasta un 62-65 que no tuvo continuidad. El Anwil se repuso y todo quedó encaminado hacia un final apretado: 69-69. Jakub Garbacz quiso evitarlo. Tres tiros libres y un triple del polaco impulsaron a los anfitriones hasta el 75-69. Renfroe acercó a los suyos, pero el 79-74 a 2:20 del final parecía definitivo, hasta que los muchos fallos de los locales, los tiros libres de Killeya-Jones y el triplazo de Smith voltearon un partido que parecía perdido.