Jaume Ponsarnau se mostró más duro que de costumbre con sus jugadores tras la derrota del pasado miércoles ante el Tenerife. Él, como capitán del barco, quiere sujetar el rumbo de un equipo que va dando bandazos en su rendimiento este mes de abril. De la meritoria victoria ante el Zaragoza y la extraordinaria ante el Barça, ambas en Miribilla, pasó a la decepcionante e inesperada derrota ante el colista Fuenlabrada y a la notable actuación en Valencia, donde el equipo bilbaino no perdió la cara a un rival superior, le sucedió lo que el propio técnico calificó como “el peor partido de la temporada” ante los canarios, que también son superiores, en un duelo en el que hubo muchos ratos de desconexión generalizada, que es lo que más molestó a Ponsarnau y a los seguidores del Bilbao Basket.

En el deporte la memoria es muy corta y lo que más se teme a estas alturas es que los hombres de negro terminen la campaña de mala manera, esto es acumulando derrotas que hagan olvidar lo que ha sido un curso de notable. El Bilbao Basket solo ha conseguido ganar cuatro partidos en Liga en lo que va de año, tres después del parón de la Copa y las selecciones que marcó un punto y aparte en el transcurso de la temporada. En ese momento, se lesionó Jeff Withey y todo lo que ha venido después ha sido una sucesión de desgracias que han impedido que el equipo pueda llevar un ritmo normal de entrenamientos y de competición. La pasada campaña, a estas alturas, el Bilbao Basket llevaba solo un triunfo más, pero contaba con una plantilla con muchos más recursos que los que maneja ahora mismo Ponsarnau.

Hace dos meses, el club pudo encontrar un sustituto para el pívot estadounidense, pero no ha podido, pese a intentarlo, conseguir un refuerzo adecuado para el perímetro tras las posteriores lesiones de Hakanson y Alonso. Si, además, Rabaseda también se suma a la lista de caídos, el panorama resulta desolador. En este contexto, el entrenador es consciente de que su equipo va muy justo de todo y que todas las piezas deben estar al máximo nivel para aspirar a las victorias y lograr el objetivo de volver a Europa. Por eso, exhortó a sus jugadores a dar lo máximo en lo que queda y a no caer en la frustración “que nos hace ser aún peores”.

Ponsarnau expuso con claridad que ahora mismo su equipo es más blando y muy vulnerable cerca del aro, lo que obliga a una intensidad máxima para tapar huecos. En los nueve partidos que no ha jugado Withey, los dos cincos, Kyser y Tsalmpouris, promedian juntos menos rebotes que los que aportaba el estadounidense con pasaporte sueco. Sulejmanovic ha subido su aportación, pero no es suficiente para cerrar la zona, en la que el Bilbao Basket ha recibido casi 40 puntos de media en los tres últimos choques.

Elevar la dureza y la contundencia en el rebote es clave en estos momentos ya que cuatro de los cinco rivales hasta el final de temporada están entre los mejores en capturas en el aro ofensivo. Si hay algo que les ha costado a los hombres de negro, pero que necesitan imperiosamente, es anotar en situaciones de ventaja que últimamente vienen desperdiciando de manera incomprensible muchas veces. El partido de mañana es una prueba seria porque el Manresa es el equipo que impone un ritmo más alto a sus partidos y no está el Bilbao Basket para desperdiciar energías en carreras alocadas. Ahora toca ser precisos, reducir errores y protegerse unos a otros para que las costuras no queden a la vista.