La ACB y Movistar han decidido que esta sea la jornada de los derbis. Siete partidos de rivalidad han sido programados a propósito para tratar de elevar el interés en un momento en que la Liga Endesa está partida en tres bloques y corre el riesgo de perder emoción. Al Surne Bilbao Basket le toca uno de los retos más difíciles desde que está en la máxima categoría, ganar al Baskonia en su cancha. Solo lo logró una vez en partido de liga, en 2007, y desde entonces se han acumulado las decepciones, algunas de ellas muy aparatosas en el resultado final. Solo hubo otra alegría, pero fue en el Iradier Arena en la campaña de la Euroliga en la que los vizcainos pasaron la fase de grupos y los alaveses se quedaron fuera. La última victoria de los hombres de negro ante el conjunto gasteiztarra en la Liga Endesa fue en octubre de 2019 en Miribilla en aquella temporada después cortada por la pandemia en la que el Bilbao Basket, de regreso a la competición, se atrevió a ganar a todos los rivales de la Euroliga.

Ahora las cosas han vuelto a lo que han sido la mayor parte de los años en que los dos equipos vascos han coincidido en la liga. El Baskonia viaja en un escalón por arriba, o dos, y de hecho está empatado en el liderato con el Real Madrid y al Barça, a los que aún puede discutir el primer puesto, sobre todo porque ha ganado los dos partidos a los blancos. Este es un factor que influye en este derbi de hoy, situado en medio de la recta final de la primera fase en la Euroliga. Los de Joan Peñarroya cayeron el jueves en Belgrado y la semana que viene tienen doble jornada en busca del Top 8 y puede pensarse que eso puede suponer una distracción. Pero los ingredientes del partido, la exigencia que siempre tiene la afición baskonistas hacia los suyos en los derbis, hacen pensar que será difícil pensar en un Baskonia relajado o cansado, ese eterno tópico que siempre llena las previas de este tipo de encuentros. 

No lo esperan, desde luego, en el vestuario del Bilbao Basket, que sabe que deberá dar su mejor nivel si quiere asaltar 16 años después la guarida de Zurbano. Y quizás ni así le sea suficiente, como ya ha ocurrido en otras ocasiones. El Baskonia ha superado los 84 puntos en diez de sus once compromisos como local y en cinco de ellos ha pasado de los 100. Esas cifras están resultando inalcanzables para el equipo de Jaume Ponsarnau, sobre todo en sus partidos fuera de casa, por lo que la empresa se antoja aún más complicada.

Hay un precedente que puede invitar al optimismo. En la séptima jornada, el Real Betis visitó al Baskonia que se impuso en la prórroga por 107-103. Ese día, Georgios Tsalmpouris anotó 24 puntos en su mejor partido en la Liga Endesa. Ahora, el griego se ha convertido en el jugador que ha cambiado la fisonomía del Bilbao Basket, aunque todos los demás le tienen que acompañar en el acierto para tener opciones de ganar en el Buesa Arena. Se trata de atacar mucho, porque el ritmo del rival también lo exige, y atacar bien, evitando caer en el desorden. Pensar en un triunfo holgado parece también aventurado y si se da el caso, los hombres de negro tendrán que mejorar la gestión de los minutos decisivos.

Con los de casa

Son muchas las variantes que entran en la ecuación de este derbi ante un Baskonia que utiliza más jugadores que en épocas recientes, varios de ellos criados en su cantera. Thompson o Howard aparecen como los más desequilibrantes, pero el papel de Sedekerskis, ahora lesionado, Raieste o Kurucs para dar oxígeno en muchos partidos es el que siempre han esperado los seguidores baskonistas, que han vuelto a recuperar la ilusión por un equipo que, salvo el borrón de la Copa, ha recuperado un estilo atractivo y, de momento, ganador.