Veintiséis minutos de baloncesto más que solvente, notable incluso por momentos, seis y medio de socavón profundo y un tramo final convertido en un estéril quiero y no puedo. Así puede resumirse el encuentro que disputó el martes el Bilbao Basket en la cancha del Brose Bamberg, una nueva cita en la que otro brutal cortocircuito acabó costando muy caro a un conjunto vizcaino que en un abrir y cerrar de ojos pasó de verse optando a una victoria balsámica a encajar otro contundente sopapo. Y ya son muchos.

En esos seis minutos y medio, dantescos, horribles, descorazonadores, el conjunto de Álex Mumbrú encajó un sonrojante parcial de 21-0. Como si los alemanes fuesen los campeones de la NBA y los hombres de negro un grupo de chavales empequeñecidos, casi atemorizados ante lo que veían delante. Mal asunto. Hasta ese momento de desplome, eran los visitantes los que llevaban la voz cantante en el luminoso. Habían llegado a dominar por diez puntos (19-29) en el ecuador del segundo cuarto e iban defendiéndose con aplomo, aunque no sin problemas, de la mejora en el juego de los anfitriones. Del agujero negro salieron con un 72-52 y todo perdido. Hablar de que tras esta derrota el pase a la siguiente fase depende de ganar el 27 de enero por más de nueve puntos en la pista del Pinar Karsiyaka suena incluso a fantasía atendiendo a las costuras que quedan a la vista en el juego de los bilbainos y a su agobiadísima situación en la Liga Endesa.

En esos seis minutos y medio quedaron al desnudo todos los problemas de fuelle físico, juego y fortaleza mental de un grupo humano debilitado hasta el límite por las lesiones y cada vez más falto de confianza y actitud batalladora por la sucesión de derrotas. Y como si no quieres caldo ahí tienes dos tazas, el martes cayó en acto de servicio en el amanecer del tercer cuarto Iñigo Betolaza, el canterano al que había recurrido Mumbrú por las bajas de Rousselle y Hakanson, sus dos bases. En esos fatales compases, el equipo se desordenó por completo en ataque, con Jaylon Brown empeñado en jugarse triples en lugar de ordenar a sus compañeros, y se descompuso atrás, perdiendo toda compostura para permitir una sucesión de bandejas y tiros a un palmo del aro, con Felipe Dos Anjos llegando tarde una y otra vez, y lanzamientos desde la distancia de tres puntos. La ausencia de los dos directores de juego, de su batuta y su teórico liderazgo y ascendencia sobre sus compañeros sobre todo en el caso del galo, puede explicar el colapso en ataque, pero atrás hace falta más cemento, más intensidad, más filo y menos actitud timorata para evitar estos accidentes.

De más a menos

El encuentro arrancó con más ritmo que solvencia por parte de los dos equipos, pero fue el Bilbao Basket el que primero lo llevó hacia el lado que más le convenía. Con un trabajo serio en defensa, un movimiento de balón solvente y el acierto desde la línea de tres de John Jenkins -el mejor en las filas visitantes ayer con 16 puntos-, Betolaza y Regimantas Miniotas, fueron los visitantes los que arrancaron dominando, hasta el punto de que el Brose Bamberg tuvo que parar el partido con un 11-19 a tres minutos de la conclusión del primer cuarto. Roijakkers exigió a los suyos más consistencia atrás, algo que consiguió con la entrada de su segunda unidad, recortando su desventaja hasta el 17-21 al término de los diez minutos iniciales. Sin embargo, con Arnoldas Kulboka muy activo en su único relevo potable del choque, anotando cinco puntos seguidos con una brillante acción al poste y un triple, los de Mumbrú encontraron una perfecta rampa de despegue para distanciarse hasta el 17-26, firmando incluso una renta de dobles dígitos (19-29) a 5:58 del descanso tras un tiro libre de Dos Anjos. Fue una lástima que el conjunto vizcaino no pudiera dar continuidad a su notable desempeño. Dominic Lockhart acercó al Brose Bamberg con cinco puntos seguidos y Jaroslaw Zyskowski respondió con un dos más uno, pero a los visitantes empezó a costarles generar juego ante la mejor armada defensa alemana. El Bilbao Basket jugó mucho para el alero polaco con resultados dispares, mientras que en la otra canasta los anfitriones empezaron a hacer daño con las penetraciones de Kenneth Ogbe y las finalizaciones de David Kravish y Christian Sengfelder cerca del aro. Un triple de Devon Hall certificó un parcial de 13-4 y devolvió al Brose Bamberg el fugaz control del luminoso (37-36), pero Brown, con una bandeja sobre la bocina tras robo permitió que fueran los hombres de negro los que alcanzaran el ecuador de la contienda mandando en el partido.

En la reanudación, los locales amagaron con volver a controlar el devenir de la contienda merced a sus dos canastas seguidas al contraataque y al buen hacer de Alade Aminu en las distancias cortas, pero el Brose Bamberg respondió con prontitud de la mano de Bennet Hundt y Kravish. Los anfitriones comenzaron a encontrar demasiadas facilidades para sumar puntos en las cercanías del aro bilbaino, pero los de Mumbrú resistían (51-52) gracias al acierto en el triple. Sin embargo, fue el Bilbao Basket el que primero perdió pie en ese intercambio de golpes. ¡Y de qué manera! Una serie de malos ataques, con Brown jugando de base pero sin ejercer de tal, perfectamente castigados por el rival desembocaron en un parcial de 14-0 en los cuatro minutos finales del tercer cuarto y otro 7-0 en el arranque del último, encajando penetraciones sobre alfombra roja de Hundt y Ogbe y triples de Sengfelder y Michele Vitali. Agujeros de todos los colores y en todas las distancias. Jenkins volvió a encender la luz con el 72-52 ya instalado en el luminoso y el tímido acercamiento hasta el 77-65 a cinco minutos del final no pasó de ahí ante un rival que tardó ocho minutos y medio en verse forzado a cometer su primera falta en el último acto. Otro cortocircuito que cuesta muy caro a un Bilbao Basket cada vez más cabizbajo.