La basura marina es uno de los mayores retos ambientales tanto en el Estado como en el resto del mundo. Los desperdicios representan una amenaza silenciosa que a menudo pasa desapercibida. Frente a este desafío, un grupo de investigadores de la Universidad Técnica de Múnich (TUM), en Alemania, ha desarrollado, dentro del proyecto europeo SeaClear, un robot submarino que combina inteligencia artificial y visión 3D para recoger hasta 250 kilogramos de residuos marinos. El proyecto marca un avance en la lucha contra la contaminación de playas mediante el uso de la IA.

El robot bajo el agua

El robot, de tipo araña, tiene ocho miniturbinas que le permiten desplazarse de manera estable en las profundidades. La máquina está equipada por una cámara y un sonar, lo que le permite operar incluso en aguas turbias. Para ello, el dispositivo ha sido entrenado con más de 700 imágenes para identificar objetos y recogerlos sin dañar el ecosistema.

Primer plano del robot araña.

Primer plano del robot araña. Proyecto SeaClear

Su pinza de cuatro dedos aplica la fuerza máxima para sujetar con seguridad objetos pesados como metales, bicicletas o neumáticos. El robot incorpora además sensores de presión que regulan la fuerza con el fin de evitar roturas en materiales frágiles, como botellas de vidrio. Gracias a estas características, el robot se convierte en una herramienta idónea para tareas de recuperación submarina.

Recoge cientos de kilos de residuos

El robot se encarga de escanear el fondo marino. Después, recoge los objetos y los deposita en el bote auxiliar autónomo, diseñado para funcionar como una especie de contenedor flotante para residuos. Su sistema de inteligencia artificial identifica rápidamente cualquier objeto y puede llegar a sujetar hasta 250 kilos. Según el doctor Stefan Sosnowski, uno de los desarrolladores de la máquina, el sistema se vuelve más preciso a 16 metros de profundidad, una zona en la que la intervención humana resulta arriesgada.

Pruebas

El robot ha sido probado en el puerto de Marsella, al sur de Francia, donde demostró su capacidad para operar a profundidades. La máquina, de 120 kilos, se conecta mediante una grúa de embarcación, que le suministra datos. Además, cuando las pinzas se encuentran apagadas, la estructura se mantiene suspendida en el agua, facilitando su movilidad y estabilidad durante cualquier maniobra que se le quiera realizar al robot.

El objetivo es limpiar las playas y los fondos costeros, ya que la acumulación de residuos resulta una amenaza para la fauna marina. Este invento permite limpiar áreas inaccesibles y peligrosas para el ser humano, facilitando la recuperación eficiente de residuos y dando nuevas soluciones sostenibles.