En verano hacemos cambio de armario y sacamos prendas más frescas; uno de los complementos por excelencia que nunca falta son las chanclas. Es el calzado ideal para usar en la playa o la piscina, ya que además de poder mojarse, evita el contagio de infecciones cutáneas en las zonas de duchas y baños.

Las chancletas son muy populares entre personas de todas las edades y cuentan con una gran variedad de diseños, desde el más básico hasta el más original. Este calzado también sirve para no quemarte las plantas de los pies mientras caminas por la arena de la playa o zonas pavimentadas.

Sin embargo, después de pasar todo el día bajo el sol, en cuanto nos las ponemos, rápidamente notaremos lo calientes que están. Un truco infalible para que tus chanclas no quemen es dejarlas boca abajo o debajo de la toalla o el bolso; de esta manera, la parte donde se apoya la planta del pie no estará expuesta al sol.

Aunque las chanclas ofrecen varias ventajas, lo cierto es que no es un calzado muy seguro. La salud del pie puede verse perjudicada si se abusa de ellas y los expertos recomiendan que si se va a caminar de forma prolongada (más de 15 minutos) debemos elegir unas zapatillas o sandalias para que aporten buena sujeción y amortiguación.

Con este calzado, el pie está sujetado únicamente por dos tiras que se meten entre el dedo gordo del pie. Este tipo de agarre obliga a ejercer más fuerza con la parte delantera del pie para agarrar la sandalia y el peso del cuerpo no se distribuye bien, por lo que se termina cargando el peso en zonas como la lumbar o la cervical.

Ese esfuerzo extra provoca que se sobrecarguen los tendones y los músculos y a la larga puede provocar una lesión. Pero el pie no es el único que sufre; el tobillo tampoco está sujeto, lo que provoca una mayor probabilidad de torcérselo si se sufre una caída.

La sujeción, la amortiguación o el material de las chanclas son detalles importantes. Freepik

Además de la sujeción, la amortiguación es el segundo peligro principal. Las chanclas tienen una suela muy fina que obliga al pie a absorber los impactos contra el suelo directamente y no ofrece un buen apoyo para el arco del pie ni del talón. Esto también provoca que se puedan sufrir cortes con objetos de la calle como piedras o cristales.

Otro detalle a tener en cuenta sobre este calzado es el tipo de material con el que está hecho. Muchas chanclas están elaboradas con plástico, un componente que genera irritación y rozaduras. Además, las dos tiras suelen causar pequeñas lesiones entre los dedos o en el arco del pie, como ampollas.

Para no abusar del uso de las chanclas e ir cómodo y fresco, existe una alternativa más segura: los escarpines o cangrejeras. Estos zapatos, al ser cerrados, sujetan mejor el pie, evitan lesiones y tardan más en secarse, por lo que el pie se mantiene fresco durante más tiempo. Se pueden encontrar en cualquier zapatería o tienda de deportes.

Además, por zonas lisas que no presenten peligros como por el césped, la orilla de la playa, la casa o la arena de la playa es beneficioso caminar descalzo. De esta manera se fortalecen los músculos y se trabaja la propiocepción de los tobillos y las rodillas mejorando el equilibrio.