REAL MADRID: Williams-Goss (9), Musa (10), Hezonja (2), Yabusele (6), Tavares (19) -cinco inicial- Causeur (8), Rodríguez (5), Hanga (3), Deck (15), Rudy (0), Poirier (5) y Cornelie (0).

UNICAJA: Perry (10), Carter (12), Djedovic (5), Ejim (7), Kravish (20) -cinco inicial- Brizuela (1), Díaz (2), Osetkowski (14), Barreiro (3), Kalinoski (11) y Thomas (8).

Parciales: 19-17, 39-39 (descanso), 59-66 y 82-93.

Árbitros: Conde, Perea y Serrano. Sin eliminados.

Incidencias: Primera semifinal de la Copa disputada en el Palau Olimpic de Badalona ante 11.547 espectadores.

El Unicaja hizo honores al baloncesto y reventó los pronósticos en la Copa de Badalona con un rendimiento mayúsculo que le ha situado en su cuarta final en busca de su segundo título después del que logró en 2005 en Zaragoza ante el Real Madrid. El equipo de Ibon Navarro encontró el premio a su valentía y determinación y se convirtió en el primero que elimina a los dos gigantes de la ACB en el torneo copero desde que está se celebra en el formato actual. Será una final inédita. Los malagueños ya ha hecho historia por ello, pero no quieren desperdiciar la oportunidad en la primera final sin el Real Madrid y el Barcelona después de trece ediciones. En la última, el Unicaja cayó ante el Baskonia. Además, es la primera de este siglo en la que no habrá ningún club de Euroliga ya que el Valencia y los gasteiztarras también perdieron en cuartos de final.

Lejos de suponer una excusa o un problema, las ausencias por lesión de Augusto Lima y Yankuba Sima, sus dos cincos más puros, abrieron oportunidades tácticas y el Unicaja, un equipo que no elude el contacto, ha podido imponer un juego abierto con mucha movilidad y agresividad para complicar la vida a los dos Goliaths. Ayer los malagueños hicieron un esfuerzo enorme que les permitió dominar el rebote y anular el factor Tavares. Pero al despliegue físico había que acompañarlo de acierto y los costasoleños acabaron con 14 de 27 en triples.

Tras el empate al descanso, se esperaba que el Real Madrid impusiera esa teórica superioridad que pocos se habían atrevido a discutir, pero en cambio los jugadores de Chus Mateo firmaron un lamentable 3 de 21 en triples, en parte porque su ataque resultó muy deslavazado y apenas pudo encontrar buenos lanzamientos, algo fundamental por la falta de puros especialistas. Además, los madridistas también se dejaron por el camino diez tiros libres, pero el mérito del Unicaja fue detectar esas debilidades y lanzarse a la yugular de un rival al que llegó a zarandear en la segunda mitad hasta abrir en las filas blancas, que se quedan fuera de su undécima final de Copa consecutiva, otro gabinete de crisis idéntico al que tuvo lugar en el Barcelona. El vendaval que se llevó a los dos por delante llegó desde Málaga, un vendaval de fe, coraje y aire fresco.

Desenlace alocado

El rival de los malagueños será el Lenovo Tenerife, que jugará la primera final copera de su historia y puede hacer bueno el deseo de Txus Vidorreta de dejar de ser el Raymond Poulidor del baloncesto (72-73). Los canarios se impusieron al anfitrión Joventut en un duelo muy intenso y equilibrado que tuvo un desenlace increíble. Los verdinegros tuvieron el partido en sus manos después de una falta antideportiva a veinte segundos del final que no aprovecharon por falta de experiencia.

Un alley-oop culminado por Elgin Cook a tres segundos y un enorme tapón de Tim Abromaitis a Joel Parra, que había sido el mejor de los locales con 26 puntos, decidieron. Será, por tanto, una final inédita, que devuelve la Copa a treinta años atrás, a la década de los 90 del siglo pasado cuando el torneo no estaba tiranizado por los grandes y todo era posible para deleite de todos los aficionados.