lA cita de ayer en Miribilla tenía otro protagonista en el bando local. Devin Thomas jugó sus primeros minutos con el Bilbao Basket al que llegó hace poco más de una semana en la que el estadounidense ha visto cómo el entrenador con el que habló antes de aterrizar en Bilbao perdió su puesto unos pocos días después. Son las cosas del deporte profesional, las mismas que han llevado a que el pívot de Harrisburg, que la pasada temporada militó en un equipo que solo ganó dos partidos, haya recalado en el Bilbao Basket.

Por eso, este caos momentáneo en el que está instalado el Bilbao Basket no le haya sorprendido al pívot de Harrisburg, que no tardó en salir a la cancha. Cuando quedaban tres minutos y 54 segundos para acabar el primer cuarto, Veljko Mrsic reclamó a Thomas para que sustituyera a Mickell Gladness. Su primera acción provocó un murmullo en el Bilbao Arena ya que falló de forma estrepitosa cuando estaba solo debajo del aro. Pero no se dejó vencer y después de ese error recibió un balón en el poste bajo y logró anotar tras reverso por la línea de fondo y en la siguiente acción volvió a anotar tras la continuación de un bloqueo directo.

El San Pablo Burgos pidió tiempo muerto para la última jugada del cuarto y Devin Thomas se dirigió a su banquillo agitando los brazos y con las manos en las orejas para reclamar y escuchar el apoyo de la afición del Bilbao Arena. Las dudas quedaron disipadas, o no, porque al margen de esas acciones individuales el nuevo jugador del Bilbao Basket se mostró tan predispuesto como despistado en muchas situaciones colectivas y sufrió a la hora de contener a sus pares porque tampoco el aspecto físico parece lo más destacado entre sus virtudes, por más que su tercera canasta fuera un mate tras otra continuación.

Con dos tiros libres anotados más, Thomas se fue a ocho puntos y dos rebotes en casi 16 minutos de juego, una cantidad bastante importante para un recién llegado, que da idea de la necesidad que hay de integrarlo lo más rápido que se pueda. Ayer todos sus minutos fueron como cinco, pero no sería descartable verle compartir cancha con Gladness, sobre todo si Mumbrú vuelve a la posición de tres. Eso sí, mucho tendrá que sumar el exjugador de la Universidad de Wake Forest para cambiar la sensación de endeblez que transmite el juego interior del Bilbao Basket.

sin juego interior Carecer de un jugador al que darle el balón en el poste bajo simplifica mucho las defensas de los rivales. Ayer, el equipo bilbaino no encontraron a sus cincos ni cuando estos eran defendidos por jugadores mucho más pequeños en esas situaciones de cambio que son tan habituales en el baloncesto de este tiempo. Sin amenaza en las letras, no se puede atraer defensas ni genera espacios para los tiradores. El San Pablo Burgos lo tuvo claro y después del descanso cada vez que pudo jugó para Huskic o Thompson que o bien resolvieron ellos en el uno contra uno o liberaron a sus compañeros para tirar o romper las ayudas. Los ratos de Sebas Saiz fueron distintos, de más presencia física. En total, entre los tres se fueron a 28 puntos y 13 rebotes, con 10 canastas en 18 intentos. En cambio, entre Gladness y Thomas hicieron solo siete tiros.

Aún en este baloncesto aparentemente entregado a los triples, hace falta alguien que meta canastas cerca del aro y el Bilbao Basket va a tener que encontrar esa figura más pronto que tarde, si no es por el talento individual, a través del pase y del movimiento sin balón, algo que ahora mismo le cuesta horrores. Cuando hay equilibrio, es más fácil que los tiros sean buenos y que el balance defensivo esté más ordenado. Devin Thomas tampoco va a hacer milagros. Valdrá, como decía él mismo al llegar a Bilbao, con que no cree más problemas.