bilbao - El Bilbao Basket llega al parón competitivo de dos semanas inmerso en un círculo vicioso con complicada salida. Necesita ganar para dejar atrás el estado de nervios y desazón en el que se encuentra sumido como consecuencia de la acumulación de derrotas pero difícilmente será capaz de ofrecer su mejor versión, la que necesita para vencer, si sigue agarrotado por la imagen ansiosa y lánguida de sus últimos compromisos. Por el momento, la figura que ha salido más desgastada como consecuencia de este mal momento de juego y resultados (balance de 3-6 en la Liga Endesa y de 1-5 en la Eurocup, con solo una victoria en el Bilbao Arena entre las dos competiciones) ha sido la de Carles Duran, el eslabón más débil. El técnico de los hombres de negro ya tuvo que escuchar pitos de parte de la grada de Miribilla al término del duelo contra el Lietuvos Rytas y que durante el mismo varias de sus decisiones se convirtieran en motivo de debate popular.
La deliberación sobre su figura llega ahora, tras la derrota del domingo en Murcia, a otros estamentos del club, que se encuentran en pleno debate sobre la conveniencia de seguir contando con el entrenador catalán o bien buscar un nuevo rumbo. Dentro del consejo de administración y en el seno de la dirección deportiva hay posturas para todos los gustos. A última hora de la tarde de ayer no se valoraba un despido inmediato de Duran -¿sería en el caso de perder ante el San Pablo Burgos el 3 de diciembre en Miribilla?-, pero diversas fuentes no escondían que la situación por la que atraviesa el equipo, considerada cuanto menos como complicada, obliga a valorar todas las opciones y a estar atentos a lo que hay disponible en el mercado por si en algún momento hubiera que tomar alguna decisión.
Tampoco se puede obviar que el respaldo con el que ha contado Duran dentro del club no ha sido homogéneo desde que llegara al banquillo del conjunto vizcaino en verano de 2016. De hecho, a escasos diez días de la conclusión de la pasada campaña había consejeros que estaban por la labor de no seguir contando con sus servicios para el presente curso. Entonces, el hecho de que tuviera contrato en vigor tuvo su peso y ahora el aspecto económico también tendrá vital importancia en la decisión que adopte la directiva. No están las arcas de Miribilla como para andar pagando alegremente rescisiones y contratos nuevos. Y tampoco es que ahora mismo el banquillo bilbaino sea una perita en dulce.
Sea cual sea el resultado del debate interno, tampoco es que desde el club hayan arropado, al menos públicamente, a su entrenador, que maneja un plantel inferior al del pasado curso y que ha visto cómo dos de los jugadores que le ficharon el pasado verano, los dos pívots, ya no forman parte del equipo por cuestiones de rendimiento cuando no han transcurrido ni dos meses de competición y sin que nadie, presidente, director general o director deportivo, haya salido a la palestra para asumir responsabilidades o, al menos, dar explicaciones. Hacer creer que la responsabilidad total de la situación del equipo es de Carles Duran es vivir de espaldas a la realidad. Aunque sea el blanco más fácil.