EN su primera temporada como profesional, Ousmane Drame (15-XII-1993, Conakri) está rindiendo con los típicos dientes de sierra que afectan a la gran mayoría de debutantes en una competición tan exigente como la Liga Endesa. El pívot guineano de 2,06 del Fiatc Joventut se medirá mañana a los interiores del Dominion Bilbao Basket tras protagonizar la semana pasada su mejor encuentro del curso ante todo un Real Madrid (17 puntos y 4 rebotes en 19 minutos de juego), aunque solo siete días antes, ante el Rio Natura Monbus, había pasado totalmente desapercibido (valoró en negativo y no anotó en 12 minutos en cancha). Pese a su irregularidad, Drame, titular en 23 de sus 27 partidos como verdinegro, parece capacitado para abrirse hueco en el baloncesto continental con promedios de 7,5 puntos y 4 rebotes en 17 minutos de actividad por contienda. No está nada mal para alguien que hace apenas seis años provocaba risas entre sus propios compañeros, que incluso se negaban a compartir equipo con él.

La aventura vital de Drame nace en Conakri, capital de Guinea. Sus padres fallecieron en un accidente de coche cuando tenía solo seis años y fue adoptado por sus tíos. Su primer deporte fue el fútbol, pero rápidamente lo dejó “porque había que correr demasiado”. Con once años viajó por primera vez a Estados Unidos y se quedó a vivir con otro de sus tíos, residente en Boston. Allí, descubrió el baloncesto. No jugaba partidos ni unos contra uno, simplemente pasaba horas lanzando a canasta. Solo. En el instituto New Mission todavía recuerdan a aquel chaval largirucho que raramente perdía un desafío de tiro pero que, por contra, desconocía absolutamente las reglas del baloncesto. Solo botar el balón o pasarlo ya era una aventura. Ousmane solo sabía cogerlo y tirar a canasta. Años después, en 2014, cuando era ya un jugador que incluso atraía el interés de ojeadores de la NBA en la modesta Universidad de Quinnipiac, Cory McCarthy, el técnico de high school que le convenció para practicar este deporte, recordaba en The Hartford Courant aquellos tiempos: “Hablamos de alguien que era tan malo que el resto de chicos se burlaba de él. Estaba totalmente fuera de lugar, nadie creía en él”. McCarthy reconocía que incluso sus compañeros se negaron en un principio a compartir equipo con Ousmane en su segundo año de instituto.

Pero Drame creció tanto en estatura como en conocimiento del juego y como senior se convirtió en jugador a tener en cuenta al llevar a New Mission al título estatal. Tuvo ofertas de la tercera categoría de la NCAA, pero decidió jugar un curso en un Prep School, lo que le colocó en el radar de la División I. Se decantó por Quinnipiac, una universidad privada de Connecticut, y sus progresión fue plausible, pasando de los 6,5 puntos y 7,3 rebotes de su primer año a los 14,9 y 11,2 del pasado curso, siendo elegido mejor defensor y miembro del segundo quinteto de la Metro Atlantic Athletic Conference. Notable intimidador y poseedor de un tiro más que correcto, los Washington Wizards le invitaron a las Ligas de Verano, pero no tuvo minutos. Su sitio estaba en Europa. No está mal para alguien que provocaba mofas no hace mucho.