VITOR Faverani (Porto Alegre, 5-5-1988) ha regresado al lugar donde fue feliz. Pese que aún no ha cumplido los 28 años, su carrera ha estado llena de altibajos, de momentos estelares y desapariciones inesperadas, dentro de un recorrido más propio de un jugador más veterano. Fue en la capital pimentonera donde el pívot brasileño encontró la confianza que necesitaba hace ya algunos años y es donde ha decidido volver a empezar. “Aquí sonrío, tengo amigos y gente que me quiere”, dijo en enero cuando se confirmó su segundo fichaje por el UCAM Murcia.
Los médicos del club universitario se ocuparon de la recuperación de la lesión de rodilla que llevó a Faverani del infinito al cero y que le impidió disfrutar de su paso por dos equipos míticos: los Boston Celtics y el Maccabi Tel Aviv. Y como muestra de agradecimiento, el jugador decidió ponerse a las órdenes de Fotis Katsikaris en lo que, a medio plazo, puede suponer un gran salto de calidad para el conjunto murciano. En los cinco partidos que ha disputado, promedia 18 minutos y a partir de ahora su aportación servirá para compensar la marcha de su compatriota Augusto Lima.
Vitor Faverani, como el propio Lima o Paulo Prestes, llegaron a la ACB de la mano del Unicaja Málaga, que vio en ellos un gran potencial de tamaño y talento. Splitter o Varejao eran la referencia a seguir por aquellos que salían de Brasil ya que también llegaron muy jóvenes a Europa y acabaron triunfando. Faverani, como los otros, tardó en encontrar su sitio. Fichado con apenas 17 años, su inmadurez le llevó a ser cedido a Zaragoza, Donostia y Murcia, con esporádicas apariciones en el primer equipo del Unicaja. En Murcia vivió el descenso a la LEB en la campaña 2009-2010, pero se convirtió en clave para volver al año siguiente. Ya había tomado las riendas de su futuro, ya podía sacar todo lo que el Unicaja intuyó y con 23 años Vitor Faverani estaba preparado.
En el Valencia Basket confirmó su condición de jugador importante y en el verano de 2013, los Celtics le firmaron un buenísimo contrato por dos años. Tan pronto como tocó el cielo, empezó a caer. En su debut, el pívot de Porto Alegre firmó 12 puntos, 18 rebotes y 6 tapones, pero una lesión de rodilla se cruzó en su camino y solo pudo disputar 36 partidos más en Boston. Tuvo que ser intervenido y su contador volvió a cero. El curso 2014-15 lo pasó en blando y a principios de este, firmó por el Maccabi donde le cortaron en noviembre. Entonces, Faverani volvió al lugar donde un día impulsó su carrera. “Quiero ayudar en todo lo que pueda. La plantilla no tiene límites y lo que tenemos que hacer es poner el equipo donde se merece estar”, prometió al vestir de nuevo la camiseta del UCAM Murcia.