Bilbao - La visita del Bilbao Basket a Donostia supuso un borrón en la excelente trayectoria que llevaban hasta ahora los hombres de negro. Todo lo que podía salir mal salió mal y el equipo bilbaino sumó su tercera derrota de la temporada. Bien merecida, además, porque se dejó en Miribilla algunas de las virtudes que le han caracterizado hasta ahora y eso lo aprovechó el Gipuzkoa Basket para gustarse en algunos momentos y sumar un triunfo que confirma la mejoría en el juego de los de Jaume Ponsarnau. Las más de 100 personas que acompañaron al Bilbao Basket en su desplazamiento a Illumbe se llevaron un buen chasco, sobre todo porque no lograron reconocer al equipo que les ha devuelto la ilusión en el primer cuarto de la Liga Endesa.
Todo el planteamiento del Bilbao Basket se cayó desde los primeros minutos por culpa de su nula eficacia defensiva. Los donostiarras eran un equipo con malos porcentajes de tiro hasta ahora (48% de dos y 30% en triples), pero supieron aprovechar las facilidades que le dieron los jugadores visitantes, que llegaban tarde a todas partes. El Gipuzkoa Basket tenía bien estudiada la defensa bilbaina y la castigó con un acierto que no ha tenido hasta ahora ni tendrá probablemente en toda la temporada. Los donostiarras doblaban sus promedios habituales en el lanzamiento y ganaban por 16 puntos al descanso cuando ya habían anotado dos tercios de los puntos que hacen habitualmente.
Esas malas prestaciones defensivas se trasladaron al ataque donde el Bilbao Basket tampoco encontró la manera de anotar con fluidez y mostró demasiadas dudas, que se manifiestan en esas 20 pérdidas de balón que supusieron un lastre, sobre todo en aquellos momentos en que los de Sito Alonso pudieron recortar la diferencia y quién sabe si provocar un final diferente.
Todo resumió en que el Gipuzkoa Basket se empleó con mucha más intensidad, con mucho más deseo y eso le llevó a llevarse balones sueltos, rebotes sin dueño, que le permitieron tener siempre el control del partido. Jared Jordan apareció como un factor clave primero en la anotación para abrir rentas y luego en la dirección para mantenerlas y su sociedad con Taquan Dean fue letal para los defensores de perímetro del Bilbao Basket, que llegaron a verse superados por los acontecimientos.
Los hombres de negro mejoraron tras el descanso, como no podía ser de otra forma, pero nunca lograron el equilibrio en su juego. El técnico tuvo que mover de nuevo su banquillo en busca de quintetos productivos, pero la ausencia de Bertans y Mumbrú y el mal estado físico de Hervelle pesaron demasiado. En esas circunstancias, los demás deben dar un paso adelante y ayer no fue el caso. Contra el Estudiantes el Bilbao Basket se aferró a la defensa para salir vivo, pero en Donostia el primer mandamiento del credo de esta temporada se quedó en Miribilla.
momento de altibajos Los opuestos balances que presentaban ambos equipos podía hacer pensar que el Bilbao Basket era superior, que con esta victoria se podía contar pese a que el saldo en las visitas al feudo guipuzcoano sea desfavorable. Pero sin que los hombres de negro estén al completo, no hay tanta diferencia entre unos y otros. Tampoco haber ganado siete de los primeros nueve partidos convierte a los vizcainos en invencibles. Tener gente con escaso recorrido en la ACB provoca estos altibajos en el rendimiento de una plantilla que tampoco va sobrada de recursos cuando las lesiones debilitan una de las líneas. Se ha dicho más de una vez que el Bilbao Basket tiene que ir al 100% para poder ser competitivo esta temporada y ayer eso no ocurrió.
Esta derrota tampoco debe llevar a rasgarse las vestiduras ni a empezar a ver nubes negras por más que el calendario inmediato coloque el escenario más complicado de todos. Lo más urgente es tratar de recuperar a los lesionados sin que se corra el riesgo de una recaída. De esta forma, el equipo podrá elevar la calidad de sus entrenamientos. Cuando las desgracias se suceden, a veces es inevitable que los jugadores no quieran exponerse, que haya una tendencia inconsciente a protegerse. Y esto es lo que no quiere Sito Alonso, que siempre pide a sus jugadores el máximo de sus posibilidades y trata de evitar las excusas. Posiblemente, el técnico y sus ayudantes podrán sacar conclusiones más claras y convincentes de la derrota de ayer que de la victoria ante el Estudiantes. Porque es imposible esconder que el Bilbao Basket estuvo lejos de su mejor nivel y el resultado, esta vez, no sirve como coartada.