En la misma piedra
El Bilbao Basket renuncia a sus convicciones en la última jugada y lo paga con la derrota Scott Wood castiga con un triple que no se debería haber permitido
bilbao
El Bilbao Basket ha tropezado dos veces en la misma piedra. El partido de ayer y su desenlace ya se produjeron en la segunda jornada en Fuenlabrada. Fue una derrota incomprensible y muy difícil de asimilar. Porque en ambas ocasiones, los hombres de negro tiraron por la borda en un último cuarto lamentable todo el buen trabajo de los diez minutos anteriores. Entre errores de los jugadores y del banquillo, Scott Wood, el mejor especialista de los murcianos, encontró un triple sin oposición que liquidó al Bilbao Basket sin tiempo para la reacción porque Rafa Pueyo se había quedado sin tiempos muertos.
Pero ese final tampoco se entiende porque contradice las decisiones que se tomaron otras veces, no porque provocara la derrota. El Bilbao Basket tenía que haber hecho falta para evitar que un equipo que había lanzado 40 triples se jugara uno más. Wood llevaba hasta entonces un acierto de nueve lanzamientos, pero el tirador de Indiana vive de eso y anotó los dos últimos, los que dieron el triunfo a un UCAM Murcia que apostó todas sus opciones ayer al tiro exterior y le salió bien.
El equipo bilbaino no reparó en que enfrente habían fallado varios tiros libres en el último cuarto, que esos dos los iban a tirar con mucha presión. Esta vez, el Bilbao Basket no quiso el último balón y la ausencia de Raúl López y el hecho de no tener tiempos muertos no justifican esa decisión porque en el peor de los casos se concedía la prórroga. El base de Vic no había estado demasiado inspirado y, en todo caso, el último balón tenía que haber sido para los de Pueyo. Y si la consigna era defender, el Bilbao Basket defendió mal, peor imposible. Fran Pilepic era un lamento al final del partido porque él perseguía a Scott Wood en esa jugada. El croata quedó rezagado en su persecución, pero Gabriel, que defendía a Lima, debería haber hecho falta al brasileño o cambiar la asignación para provocar un tiro más apurado del jugador del UCAM Murcia, que ya tiene una clutch-play que apuntar a su historial en su debut en el baloncesto europeo.
El enorme partido que había jugado Pilepic, sostén de su equipo en el tercer cuarto con 16 puntos, quedó afeado por esa acción en la que hubo más responsables. El Bilbao Basket jugó de nuevo con fuego, fue incapaz de rematar a un rival que estaba moribundo y cuando el duelo estaba en el alambre tomó una decisión equivocada que le costó una derrota que deberá olvidar rápido porque mañana mismo tiene otro compromiso. Ganar ayer habría igualar el balance de victorias y derrotas y meterse en los puestos de Copa. Ver cortada una racha positiva por culpa de los propios deméritos sabe mal, muy mal, sobre todo porque no es la primera vez que pasa.
esta vez salió cruz Estar siempre en el alambre tiene estas cosas, pero al margen de esa jugada final el Bilbao Basket tiene que revisar el último cuarto, que anunció lo que venía después cuando, a poco de iniciarse, Zoran Vrkic falló solo bajo el aro y cometió una falta antideportiva. El UCAM Murcia no sacó nada de esa acción en forma de puntos, pero sí la inyección desde la grada que necesitaba para elevar la intensidad de su defensa y de todo su juego en general. Las pérdidas de balón en ese último parcial tuvieron mucho que ver en que los hombres de negro no pudieran cerrar el partido a tiempo. Cinco cometieron para estar seis minutos sin meter un punto y permitir que el conjunto de Óscar Quintana se creciera. En el tercer cuarto, cuando no hicieron ninguna y su defensa sí estuvo a la altura, los bilbainos marcaron distancias con el UCAM Murcia hasta colocarse once puntos arriba a doce minutos del final.
Todo lo que ocurrió después entra en el capítulo de los despropósitos, en un manejo del partido impropio de jugadores con tanta experiencia. Cuando los pimentoneros se colocaron por delante a cuatro minutos del final, el Bilbao Basket no supo jugar el partido que le convenía, se precipitó y lo coronó con la equivocación en la última jugada. Porque es un error renunciar a las convicciones propias, más allá de lo que esa renuncia provoque. En ese juego del cara o cruz, ayer el Bilbao Basket se la pegó, tropezó de nuevo en la misma piedra. Será que el baloncesto es así.
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