Bilbao
LaS casas de apuestas tienen que registrar mucho movimiento en los encuentros del Bilbao Basket. Ahora la tendencia va para un lado, luego va para el otro hasta llevar el desenlace a un cara o cruz. Si se utilizara el mismo sistema que en los frontones, las pelotas volarían de arriba a abajo de la grada como una lluvia de meteoritos. Por segunda vez en apenas cinco días, los hombres de negro sometieron a sus aficionados a un test de resistencia cardiaca y por segunda vez salió cara. Ya son cinco victorias en los últimos seis partidos, así que no habrá muchos que se atrevan a apostar porque el conjunto bilbaino no estará en la Copa, por si acaso.
El efecto Miribilla está ya inmunizado contra las emociones fuertes y ayer, además, pudo disfrutar de un derbi fantástico, uno de los mejores que se recuerdan, probablemente porque el equilibrio de fuerzas entre los dos equipos era grande. La prórroga premió a quien más minutos dominó en el marcador, pero también pudo hacerlo a quien tuvo capacidad de reacción para colocarse en posición de ganar. Al margen del resultado, nadie pudo tener queja del espectáculo que se vio en Miribilla por el que mereció la pena pagar una entrada.
El Bilbao Basket salió reforzado porque confirmó su recuperación y rompió la racha de derrotas ante los vecinos, que se extendía a siete, mientras que el Laboral Kutxa sumó su tercera derrota consecutiva en la Liga Endesa y se montó en el autobús con bastantes dudas, aunque con la certeza de que tiene que recomponer su puzzle ahora que tiene al completo a la plantilla que diseñó en verano. Algo de eso debe haber cuando un chaval de 18 años como Ilimane Diop tiene que salir para mostrar el camino a compañeros con muchas más conchas.
El larguísimo senegalés no se arrugó, sino todo lo contrario, y cambió el rumbo de un partido que había dominado el Bilbao Basket. Los jugadores de Rafa Pueyo interpretaron perfectamente lo trabajado en los entrenamientos, fueron solidarios en defensa y cortaron la conexión de Tibor Pleiss con sus compañeros. Al alemán, lastrado además por las faltas, ni se le vio por Miribilla y bien que lo notó su equipo, del que ha sido hasta ahora un claro sustento. En cambio, Germán Gabriel ganó en el poste bajo el emparejamiento con Lamont Hamilton, que recibió una ración de pitos por parte de la grada, con la que después se hizo fotos. El estadounidense hizo buenos números en su regreso a Bilbao y, de hecho, una canasta suya mandó el partido a la prórroga, pero como algunas veces en su etapa como hombre de negro jugó un partido cómodo, pero quizás no el que necesitaba su equipo.
dirección atinada Tampoco pudo imponer el Laboral Kutxa a su pareja de bases ante un Raúl López que acabó el derbi derrengado y golpeado. Toda la clarividencia que adorna al de Vic les falta a Heurtel y Hodge, que en el tramo final abusaron de soluciones individuales que condenaron a su equipo. El base del Bilbao Basket, con la lengua fuera, logró anotar tiros libres cruciales para amarrar una victoria que propulsa a los bilbainos antes de los turrones y abre horizontes inesperados hace apenas un mes.
El Bilbao Basket ha sacado la cabeza del agua y ahora toca con los dedos la raya que le separa de la Copa. Los enterradores deberán guardar sus aperos para mejor ocasión porque a los hombres de negro aún les quedan unas cuantas vidas. Al público de Miribilla, quizás no muchas después de tantos minutos vividos al límite.