bilbao

El Bilbao Basket le hubieran ofrecido un rival para cortar su mala racha habría elegido el CB Valladolid. Los pucelanos son el equipo más flojo de esta ACB y de muchas de las recientes y los hombres de negro se tomaron el partido con la seriedad y el rigor necesarios para sumar la victoria que necesitaban y dar una alegría al centenar de seguidores que les acompañaron a una plaza siempre agradecida. No es nada es personal, solo negocios, y el Bilbao Basket hizo un trabajo muy profesional. Otra cosa en su situación no se habría entendido. Había que ganar y los de Rafa Pueyo ganaron para quitarse de encima la costra perdedora. Pero conviene situar las cosas en su debido punto y reparar en la calidad del rival para no lanzar las campanas al vuelo y emplazar a citas posteriores en la que habrá que confirmar si, definitivamente, se ha tomado la senda correcta.

Bastó que Raúl López gobernara el partido como si estuviera jugando contra juniors para que el Bilbao Basket encontrara casi siempre las buenas opciones en ataque. El base de Vic debería estar para batallas mayores, pero de momento se le sigue necesitando incluso en duelos muy por debajo de su calidad que durante muchos minutos invitó más al sueño que a prestarle atención. Los bilbainos se aplicaron en defensa, sobre todo con Rowe y Andjusic, como primer mandamiento para impedir que el Valladolid pareciera mejor de lo que es. Con eso, la ciencia de Raúl López en cada cosa que hizo, la motivación de Hervelle y cinco triples en el segundo cuarto, consiguieron llegar al descanso con el partido casi visto para sentencia, pese a que su tarjeta de tiro era reflejaba un 6 de 16 en tiros de dos puntos, tantos anotados como triples, y algunos jugadores no habían llegado aún al partido.

En la segunda mitad, el Bilbao Basket pudo dedicarse a buscar la confianza perdida, aunque eso supuso exprimir de nuevo a Mumbrú, que engordó su estadística con rebotes y asistencias a falta de acierto en el lanzamiento. Algunos minutos del capitán tendría que cogerlos de forma habitual Zoran Vrkic, pero el croata sigue sin definir si va o viene. Una de sus virtudes es el tiro exterior y la que pesó en su fichaje por encima de sus evidentes cualidades físicas, que en la Liga ACB no sobresalen tanto. Fue significativo que, camino a vestuarios tras el triunfo, Mumbrú y Gabriel dedicaran gestos de cariño a Vrkic y Pilepic, la pareja de Rijeka cuya aportación debe dar un salto de calidad al equipo en cuanto demuestren que pueden jugar minutos de calidad en cada partido, no solo cuesta abajo. De hecho, Damir Markota ya está poniendo las pilas en los entrenamientos a dos jugadores con talento, pero flojos de espíritu que no pueden esperar que les regalen las oportunidades.

Solo por los tiros abiertos que ambos, y también Bertans, metieron puede darse por útil el choque de ayer. A veces, con poco sirve para despertar del letargo, para activar los resortes de la ambición. El Valladolid, que tendrá difícil superar la media docena de victorias esta temporada, no opuso mucha resistencia porque tiene muy poco arsenal. Solo el griego Haritopoulos y el jamaicano Johnson demostraron algo reseñable en un grupo con el que Ricard Casas va a comprometer su reputación.

Con la misma puntería desde lejos que desde cerca, el Bilbao Basket no se complicó la vida y empaquetó sin problemas un triunfo que habrá que hacer bueno la semana que viene ante el Estudiantes. Solo así se podrá seguir escalando hacia posiciones más tranquilas que, por otra parte, tampoco están tan lejos. Dos victorias son pocas, pero la Liga se ha igualado mucho en la zona media y, en teoría, el equipo bilbaino va a atravesar ahora un calendario más benigno, aunque el Valladolid no aparecerá de nuevo hasta dentro de unos meses. Pero en manos de los hombres de negro está que lo que parecía un desastre se convierta en algo más llevadero.