Bilbao

EL Bilbao Basket estuvo a punto de no aprobar su primer examen en la Eurocup. Como los malos estudiantes, dejó todo para el final y tuvo que memorizar la lección contra el reloj, aplicar toda su dureza mental para condensar en poco tiempo lo que tendría que haber sido una larga perorata. La experiencia en situaciones límite de los hombres de negro les permitió llegar a tiempo de entregar un examen con el que sacó la nota justa para evitar la que habría la mayor sorpresa de la primera jornada. El Buducnost se hizo al final un lío con el temario, le entró vértigo por sentirse cerca de la matrícula de honor, los nervios le traicionaron y acabó suspendiendo cuando preparó todo mucho mejor que su rival.

Como ocurre siempre, tras este partido habrá propósito de enmienda, de ponerse a hincar los codos antes del minuto 35. Ya ha quedado claro que en esta Eurocup cualquiera te puede pintar la cara. El Bilbao Basket, quizás irreconocible al jugar de blanco, no salió con la mentalidad adecuada al duelo, quizás pensó que su rival iba a claudicar por el peso de los nombres. No ocurrió eso, al revés. El equipo de Fotis Katsikaris solo estuvo por delante en los cinco minutos añadidos. De hecho, fue más de diez puntos por debajo durante medio partido.

La mala actitud inicial dio la iniciativa al Buducnost que la aprovechó con una disciplina espartana y un acierto que recordaba su procedencia para llevar a su partido a un terreno de posesiones largas y de pura impotencia en las filas locales.

El Bilbao Basket parecía incapaz de engranar dos marchas más en su intensidad. Pilepic salió con toda la presión y no pudo aprovechar su oportunidad. Y, para colmo, Raúl López se quedó por el camino por una lesión muscular con mala pinta. Peor imposible. El Buducnost tenía el partido en su mano, pero Mumbrú contagió su fe y en los cinco minutos finales el Bilbao Basket encontró la chuleta donde ponía defensa y Vasileiadis.

El capitán había anotado nueve puntos en ese tiempo y luego todo quedó en manos del azar y de ese tipo imprevisible que nació en Salónica. Vasileiadis mandó el partido a la prórroga y en ella disfrutó como un chiquillo. En la nota final, el Bilbao Basket recibió el aprobado, pero tendrá que esforzarse más en próximas citas. El examen final queda aún lejos, pero no se puede llegar sin aprobar los parciales.