Bilbao. El Gescrap Bizkaia estuvo ayer a punto de ingresar en la unidad de quemados después de jugar con fuego. Gracias a un arranque de partido pletórico, granítico en la parcela defensiva y sobresaliente a la hora de buscar el aro rival, los hombres de negro arrancaron el duelo con una ventaja de 23 puntos que, sin embargo, no supieron gestionar, complicándose la vida más de lo recomendable. Sestearon en demasía los de Fotis Katsikaris, rebajaron en exceso el nivel de intensidad que siempre hay que emplear en cualquier encuentro de alta competición y estuvieron a punto de caer en la tela de araña tejida por el Blusens Monbus, un equipo honrado, voluntarioso y bien trabajado que apeló a la fe y a la defensa para no venirse abajo ni siquiera cuando sobre su coronilla caía la madre de todas las tormentas. Así, con el 30-7 convertido en un 54-56 en el último cuarto por arte de birlibirloque, los anfitriones se vieron obligados a realizar un doble esfuerzo con el que nadie contaba para impedir una derrota que habría complicado en exceso su objetivo de luchar por la cuarta plaza al término de la Liga regular. Logró salir del bache el Gescrap Bizkaia, sacaron provecho los vizcainos de las derrotas de rivales de trinchera como el Lagun Aro o el Unicaja y la matinal acabó siendo satisfactoria, pero bien harán en el futuro con evitar este tipo de bajones de tensión si no quieren llevarse serios disgustos, porque antes o después el que juega con fuego acaba quemándose.
Si bien es cierto que los de Moncho Fernández hicieron una labor intachable para volver a equilibrar una balanza que parecía ya totalmente decantada hacia un lado (acierto en el lanzamiento exterior, activa y presionante defensa exterior que desactivó el entramado ofensivo de un Gescrap que durante muchos minutos echó mucho de menos al lesionado Marko Banic, que habría sacado petróleo de los espacios cerca del aro...) no lo es menos que el conjunto vizcaino puso también de su parte, y bastante, para complicarse la vida. Tras el descanso se puso a vender la piel del oso gallego antes de cazarlo y este se revolvió con furia. El Blusens Monbus tiene su particular guerra, lucha a brazo partido para poner tierra de por medio con respecto a la zona de descenso y en el momento que vio titubear al conjunto vizcaino se lanzó a por su yugular a dentellada limpia. Con Deron Washington y Levon Kendall especialmente enchufados, los gallegos se las ingeniaron para que la grada del Bilbao Arena no respirara tranquila hasta el último minuto, cuando el Gescrap Bizkaia acabó recuperando el norte y la cordura gracias a la presencia interior de D'or Fischer, autor de nueve puntos en el último acto, y a un triple providencial de Kostas Vasileiadis.
Con Banic vestido de calle en el banquillo (se le espera el próximo domingo para recibir al Blancos de Rueda Valladolid), Aaron Jackson jugando dolorido e incapaz de explotar su verticalidad y varias piezas acusando el reciente y extenuante carrusel de partidos, el estadounidense y el griego fueron los dos pilares en los que se sostuvo el ataque bilbaino. Fischer supo imponerse en las cercanías del aro (16 puntos, 11 rebotes y 2 tapones) e hizo acto de presencia cuando más se le necesitaba, mientras que Kostas engatilló desde el perímetro con insistencia, pero mención especial merece la aportación de Álex Mumbrú. Como los mejores directores de orquesta, el alero catalán no se prodigó en funciones de solista (solo tiró cuatro veces a canasta), sino que se centró en activar a sus compañeros, acabando con 9 puntos, 10 rebotes y 7 asistencias y colaborando en labores de intendencia, faceta en la que brilló también Axel Hervelle mientras tuvo aire en los pulmones.
Los primeros compases de la contienda apuntaban a una resolución plácida, pero cualquier parecido con la realidad acabó siendo mera coincidencia. Tras un arranque de choque en el que el marcador señaló un fugaz 2-5, el Gescrap Bizkaia respondió con un abrumador 28-2 para dibujar un no menos contundente 30-7 en el arranque del segundo cuarto. Los hombres de negro eran amos y señores de todo lo que acontecía en pista. Su defensa empequeñecía al rival, desarticulando todas sus arremetidas, y el ataque bilbaino penetraba en la retaguardia gallega como el cuchillo en la mantequilla, ya fuera surtiendo de balones a los jugadores interiores, percutiendo desde el perímetro o con jugadas de uno contra uno. Pero ocurrió que los de Katsikaris levantaron un poco el pie del acelerador y el Blusens Monbus aprovechó para empezar a remar. Los puntos de Corbacho saliendo del banquillo colocaron la primera piedra de una reacción gallega que encontró su rampa de despegue en los triples mientras el ataque bilbaino empezaba a enmarañarse en una sucesión de pérdidas y posesiones farragosas.
Caída y resurrección El 41-29 al descanso permitió soñar a los gallegos y la situación no tardó en empeorar para los anfitriones, que seguían sin encontrar solución para la presión defensiva ideada por Moncho Fernández. Además, el bando visitante disfrutó del despertar anotador de Washington y Kendall y los márgenes fueron estrechándose hasta el empate a 54 al término del tercer parcial. Una canasta de Washington en el arranque del acto final hizo saltar todas las alarmas y el Gescrap Bizkaia interiorizó que era el momento de volver a ponerse manos a la obra. Así lo hizo. Amparados en un imponente Fischer, fundamental en ambas canastas, y en la capacidad de Vasileiadis para anotar en las situaciones límite, los locales, no sin sufrimiento, le dieron la vuelta a la tortilla para acabar respirando tranquilos, por fin, a 1:32 del final con el 72-64 en el luminoso, después de un viaje que arrancó plácido, por una autovía de largas rectas y varios carriles, pero que terminó por una de esas reviradas carreteras comarcales que muestran el abismo a todo aquel que se despista mínimamente al volante.