Bilbao

Era un partido para disfrutar desde el primer hasta el último suspiro, para no desfallecer en ningún instante por complicada que se volviese la misión. "Vamos a gritar y a animar al máximo. Es el último encuentro de la Euroliga aquí y hay que darlo todo para intentar forzar el quinto partido", señalaban minutos antes del inicio del encuentro Asier y Ekiotz, miembros de la Peña Hirukoa, quienes se mostraban esperanzados de poder repetir triunfo ante los gigantes rusos: "Sabemos que va a ser muy difícil, pero confiamos en el equipo".

Parecidas sensaciones compartía Ainhoa, de la Peña Arrantxapel, quien afirmaba que "hay que ir a Rusia como sea, pero, sobre todo, tenemos que disfrutar a tope de esto, que va a ser increíble". Y no se equivocaba. El infierno de Miribilla, que volvió a reunir en su núcleo a 10.000 insaciables aficionados, actuó como una perfecta caldera para tratar de llevar en volandas a los hombres de negro. La primera canasta local, lograda por Kostas Vasileiadis para subir el 2-1 al marcador, sirvió para llevar por primera vez el júbilo a unas gradas que no dejaron de soñar en ningún instante. Ni siquiera en los momentos más duros, cuando mediado el último cuarto y en plena ira contra la actuación del trío arbitral, el CSKA aumentó la diferencia hasta más allá de los diez puntos para tratar de apagar la llama de la ilusión de una afición volcada en cuerpo y alma con su equipo, con sed de seguir haciendo historia.

esperanza hasta el final Al grito de "¡Sí se puede, sí se puede!, el Bilbao Arena se enfundó el mono de trabajo para, a falta de dos minutos para la finalización del encuentro y con 65-70 en el marcador, dar el último aliento a un Gescrap Bizkaia que decidió ser fiel a su historia y a su ADN para morir de pie. Sin dejarse una gota de sudor en el camino y obligando a los máximos favoritos a llevarse la actual Euroliga a padecer en sus carnes la presión del efecto Miribilla, todo un infierno para los rivales y un oasis para los de Katsikaris.

Así, a tiro de una sola canasta en los últimos 30 segundos del choque y con un Bilbao Arena entregado a los suyos, el partido llegó a su fin para desazón de los incansables aficionados, que siguieron gritando y animando con el parquet ya vacío hasta que los jugadores del Gescrap Bizkaia volvieron a hacer acto de aparición para agradecer el apoyo recibido. Un apoyo que continuó después en las inmediaciones del Bilbao Arena. "Nos tendrían que dar una plaza en la siguiente Euroliga solo por el ambiente que se crea aquí", señalaban Mikel e Idoia entre el disgusto y la sensación del deber cumplido mientras aguardaban la salida de los jugadores. Un ritual en el que les acompañaron cerca de 200 personas que no querían dar por conluido el sueño de seguir vivos en la Euroliga. Un sueño que los de Katsikaris a punto estuvieron de convertir en realidad.