barcelona. Los efectos de la crisis económica o de esa nueva gestión que se quiere promover ya se notan en la ACB. La presentación oficial de la final, en la que no estuvo el presidente Eduardo Portela, se alejó del boato, el glamour y el dispendio de otros actos similares realizados no hace muchos meses y tuvo lugar en la modesta sala de prensa del Palau Blaugrana donde los periodistas y los fotógrafos apenas cabían y el sonido se acoplaba. Mucha austeridad para lo que se supone es el momento culminante de la temporada, el que debe colocar a la Liga ACB en el escaparate deportivo.
Una somera referencia -obligada por los compromisos con el patrocinador- al reloj personalizado que por quinta temporada se llevarán los campeones precedió al turno de preguntas, formuladas en castellano y en catalán, que hablan tres de los cuatro protagonista del acto. Sin embargo, Katsikaris, con un delicado, pero profundo, toque de ironía, recordó que nadie estaba traduciendo lo que se decía en el idioma oficial de Catalunya, "aunque todos, más o menos, podemos entenderlo".