Sevilla es un hervidero un Jueves Santo. La pandemia del covid-19, eso sí, ha privado que se celebran las tradicionales y masivas procesiones. O no. Porque los fieles no faltan a su cita con la liturgia. Llama la atención las largas colas en los exteriores de las iglesias, de la catedral y demás templos católicos. Y las vestimentas sobrias y oscuras de muchas mujeres y hombres. Se echa en falta al turista. La estampa en la Plaza de la Encarnación es variopinta. Se llama popularmente la plaza de Las Setas, un nuevo punto de encuentro en la movida moderna sevillana.

Es el contrapunto de lo que se puede observar en los alrededores de La Giralda, El Alcázar o la Puerta de Jerez. De repente aparecen siete extraños en la parte alta de la plaza de Las Setas. Son siete. Vestidos con camisetas futboleras. Nadie habla de la final del sábado. Solo esos siete. Y porque sacan una ikurriña de siete metros de largo. "Estos son los perretxikos de Sevilla", suelta Juan, donostiarra afincado en Sevilla y, lógicamente, aficionado de la Real Sociedad. "Los de Bilbao nos los comemos a toneladas", responde Fernando, un portugalujo fundador de la Peña Jarrillera del Athletic Club, sita en la calle Odreros.

La ikurriña sirve de unión. Los nativos miran con sorpresa. Peio, Juanjo Romero (miembro de la peña Nazarena de la Real), su mujer Sandra y Juan lucen distintivos de txuri-urdin. Fernando, Ana Ferragut, de Igorre, y Eli, de Irun, presumen de colores zurigorri. Cuatro contra tres. No importa. Posan con la enseña vasca. Los de la Real se van arriba. Se acuerda una especie de tirada de soka-tira. No hay ganadores, ni perdedores. "Lo dejamos para el sábado", suelta Ana, de Igorre, donde vive su ama Antonia, aunque ella lleva seis años en Sevilla, por trabajo. Como Eli, que ejerce desde hace dos años y medio como uróloga en un hospital sevillano.

¿UNA GIPUZKOANA DE LA REAL?

¿Una guipuzcoana de la Real? "Estudié la carrera en Bilbao y me gustó el ambiente, me hice del Athletic, aunque celebraré quien gane, ya sea el Athletic o la Real, aunque claro, ya saben cuál es mi preferencia". Juanjo, natural de Donostia, de Intxaurrondo, como remarca, no lo entiende. "Bueno, lo vamos a ver como un pique sano". Juanjo vive desde crío en Sevilla, en Triana. Y lo tiene claro. La Real va a ganar 1-3. "Goles de Oyarzabal, Isak y Carlos Fernández". Su mujer dice que Iñigo Martínez "se meterá un gol en propia puerta". Y eso que no sabe de fútbol.

Fernando es athleticzale hasta la médula. Su restaurante, La Viña Jarrillera, es una especie de museo rojiblanco. "Yo vengo con mucha asiduidad", dice Ignacio, sevillano pero al que le tira al Athletic. Ha puesto en la porra un 0-2 a favor del Athletic. "Es que si no me echan la bronca". El buen rollo se expande a la Plaza de Las Setas. "Unos perrotxikos raros", dice Peio, el veterano del septeto euskaldun. "Aúpa Athletic", se desgatillan Ana, Eli y Fernando. "Erreala, erreala", responden Juan, Juanjo y Sandra, porque a Peio le toca hacer de juez en la sokatira proba. "Es igual, Peio, va a ganar el Athletic, te pongas como te pongas", remata Ana, que se acuerda de sus cuatros sobrinos de Igorre y Zornotza.

Es un pequeño break, al estilo inglés. Rojiblancos y blanquiazules comparten mesa y tertulia. La cerveza corre. Los pintxos, "porque son de nuestra tierra", como apunta Peio, llenan las mesas. La conversación deriva en unas apuestas amistosas. "El rollo es bueno", dice Eli, euskaldun y que tiene que atender una llamada radiofónica. "Claro, como no puede venir nuestra gente desde Euskadi, tenemos nuestro minuto de gloria", salta Juan. "Bueno, yo llevo una mañana mediática", añade Juanjo. "La pena es que no estén nuestros 60.000 que podrían haber venido de Euskal Herria", añora Peio, azpeitiarra que vive en Sevilla desde 1972. "Erreala, erreala!!". "Athletic Club, Athletic Club". Y unos perretxikos para acabar.