Un derbi soporífero entre la Real y el Athletic

El Athletic comenzó el derbi, el último frente a la Real Sociedad del capitán Óscar de Marcos, sintiendo el aliento en el cogote de sus dos inmediatos perseguidores, Villarreal y Betis, que se habían deshecho de maneras bien distintas de Osasuna y Espanyol, respectivamente, a lo largo del fin de semana. Un extra de presión añadida para un choque de altos vuelos, al menos sobre el papel, en una semana complicada en lo anímico para los leones por la contundente derrota sufrida el jueves frente al Manchester United en la ida de las semifinales de la Europa League. Y a esta circunstancia tocaba añadirle ese extra que sobra recordar pero que siempre hay que tenerlo en cuenta, pues para el conjunto donostiarra el choque frente a los rojiblancos en Anoeta es su partido del año. Eso sí, anoche, de salida al menos, no lo pareció. Y menos mal, porque tampoco el Athletic salió a comerse el mundo, que se diga.

La cosa no varió en exceso a lo largo de los primeros 45 minutos, que fueron como comerse un bocadillo de polvorones a pleno sol en el desierto más caluroso del mundo. Sin chispa, con muchos errores por parte de ambos equipos en situaciones poco comprometidas, es innegable que a unos y otros se les está haciendo larga la temporada y que cuentan con un puñado de futbolistas que están llegando con el depósito en la reserva al final de la campaña.

Y como por lo general lo que mal empieza acostumbra a acabar de igual manera, el resultado inicial no se movió, para lamento de ambas aficiones, que ven cómo los tímidos intentos de sus equipos por llevarse la victoria en el derbi resultaron infructuosos.

En definitiva, el encuentro no pasará a los anales de la historia por el desempeño del Athletic y de la Real. Resultó un derbi soporífero, de esos que no hacen afición, que no dejan satisfechos a los de un lado y otro. Además, en clave bilbaina comprime aún más la clasificación, en la que el conjunto rojiblanco sigue manteniendo la cuarta posición, pero ha visto reducida su diferencia con el Villarreal y el Betis, que se encuentran ahora a tres y cuatro puntos de distancia, respectivamente, cuando restan cuatro jornadas por disputarse y únicamente doce puntos en juego.

Una derrota, claro, habría resultado mucho peor, pues el Athletic hubiera perdido esa ventaja de un partido que mantiene con sus perseguidores. Así que visto el desempeño de los quince jugadores a los que probó Ernesto Valverde a lo largo de los 90 minutos, con alguna salvedad, claro, habrá que dar el punto por bueno, pues nunca está de más sumar, más aún a estas alturas del curso y cuando resta tan poco para que acabe la temporada.

Eso sí, si se pretendía que el derbi sirviera para reforzar la moral del equipo, para que sus dos delanteros centro se reencontraran con el gol o menos tuvieran unas mejores sensaciones de cara a la portería contraria, no fue la noche para ello. Ni Gorka Guruzeta, que sigue muy lejos de la versión que ofreció un año atrás, ni el combativo Maroan Sannadi, estuvieron cerca de batir la portería defendida por Alex Remiro. Ni siquiera, por buscar algo distinto, quiso juntarles sobre el campo Valverde. Claro que tampoco los extremos, ni los centrocampistas, ni siquiera los defensas pusieron en apuros al portero navarro.

Y eso, la falta de inspiración cerca del área rival, la escasez de llegadas a la misma, fue lo que peores sensaciones dejó de cara al milagro que el Athletic buscará el jueves en Old Trafford. No cabría catalogar de otra forma que los bilbainos apearan al Manchester United de una final continental en la que tienen prácticamente los dos pies metidos.

La cifra

8

Son los derbis consecutivos celebrados en Anoeta en los que el Athletic no le ha ganado a la Real Sociedad. El último triunfo rojiblanco en Donostia (0-2) tuvo lugar en marzo de 2017 con los tantos de Raúl García e Iñaki Williams. Desde entonces, los leones suman cinco derrotas y tres empates.