El Girona no fue rival para un Athletic ambicioso que tuvo en Oihan Sancet la pieza descollante, el hombre que con sus tres goles aportó sentido y brillo a una convincente actuación colectiva. El choque se auguraba peliagudo por la singular manera en que interpreta el fútbol el grupo de Míchel, si bien la prevención se difuminó antes del descanso. Demasiada tralla para el visitante, que tuvo a raya al anfitrión en la fase inicial para acabar cediendo ante la terca insistencia de los dirigidos por Ernesto Valverde. Hace falta algo más que tocar la pelota con precisión para frenar el ímpetu que destila este Athletic sobre el césped. La rúbrica del éxito, el tercer gol, se registró cerca de la conclusión, pero el Girona nunca estuvo en condiciones de discutir el signo del encuentro, que halló con el debut de Maroan Sannadi un aliciente extra para que las gradas de San Mamés viviesen una fiesta completa.

El resultado abre una distancia en la clasificación que se antoja insalvable. Desde este sábado el Athletic tiene un enemigo menos en su carrera hacia Europa. Trece puntos son un mundo a estas alturas del calendario, aunque acaso lo más relevante fuese apreciar el poderío de la propuesta rojiblanca, la forma en que impuso su ley sobre uno de los equipos de la categoría que, en teoría al menos, mejor juego realiza. Sucedió que el Athletic demostró fehacientemente que su libreto contiene recursos más fiables y eficaces. En especial, esa facilidad para fabricar jugadas de peligro, una virtud que nace del tesón y se plasma gracias a la calidad que atesora la nómina de atacantes.

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Las notas de Aitor Martínez: Sancet y su obra maestra Aitor Martínez

En esta ocasión fue Sancet quien acaparó el protagonismo, quien desatascó unas tablas que empezaban a ser molestas, por injustas. Lo hizo de penalti, un detalle que a nadie pasó desapercibido después del patético balance desde los once metros del partido celebrado en Montilivi allá por octubre. Fecha de la última derrota en liga, lo cual significa que el Athletic acumula ya catorce jornadas sin hincar la rodilla. Marca que explica el impacto de la ilusionante trayectoria que vienen describiendo los rojiblancos en el torneo prioritario.

Necesitó el Athletic casi la mitad del primer acto para situar el partido donde le interesaba. Pese a que buscó con ahínco llevar el peso del juego y hundir en su terreno al Girona, casi lo único que logró sacar en limpio fue una serie de seis córneres. Le costaba ajustar la presión, lo cual permitía que el rival efectuase sus características combinaciones, baza que le otorgaba respiros y frustraba a un conjunto que no se sentía cómodo viendo cómo le obligaban a correr detrás del balón, aunque fuese a ratos y tampoco ello le crease problemas defensivos.

Solo en una oportunidad fue capaz el Girona de asomarse al área de Simón, en una contra que pilló a la zaga descompensada y en última instancia abortó Yeray, al intuir que Tsygankov optaría por el pase a Abel Ruiz en vez de disparar. Por lo demás, se asistía a un quiero y no puedo del Athletic, que no acababa de darle la velocidad precisa a sus evoluciones. Sancet, en una volea que se le marchó alta y De Marcos, a raíz de una internada de Prados que Bryan despejó defectuosamente y el capitán no acertó a conectar bien, fueron los únicos que crearon cierta inquietud en las filas catalanas.

Esta tónica cambió cuando a la salida del sexto córner, sobrepasada ya la media hora, Guruzeta peinó e Iñaki Williams, anticipándose a Iván Martín, cabeceó en plancha a bocajarro, pero sin dirección, de forma que Gazzaniga pudo repeler sobre la línea de gol. En adelante, el Athletic elevó las revoluciones y el Girona empezó a pasarlo realmente mal, con pérdidas provocadas por el énfasis de los locales en las disputas. Parecía sin embargo que se alcanzaría el intermedio sin novedades en el marcador, pero el VAR advirtió un pisotón de Miguel sobre Jauregizar, obviado por el árbitro. Gazzaniga bromeó con Sancet segundos antes de que este colocase el balón en una escuadra.

La recompensa no sació el hambre de un Athletic que se lanzó a degüello para ampliar la renta de inmediato. Pudo ser De Marcos, que cabeceó a placer un centro templado por Prados, pero el portero lo evitó en un alarde de reflejos. Sin tiempo para lamentarse, enésimo robo, Berenguer finta, clava a su par y la pone con un lazo para que Sancet remate sin oposición. Y aún pudo Iñaki Williams subir el tercero antes de tomar el camino a la caseta.

El furor desatado por el Athletic dio paso en la reanudación a una disposición menos incisiva, pero sin descuidar la tarea de zapa, donde un Prados omnipresente se encargaba de colocar la frontera. Solo Bryan alteró por un instante la sensación de control absoluto que ejercía el Athletic, fue cuanto dio de sí la posesión de un Girona sin arrestos para proyectarse. A Míchel no le debió hacer mucha gracia lo que observaba y realizó un triple cambio. También aprovechó Valverde para presentar en sociedad a Maroan, recibido con estruendo. Aparte de dejar varios detalles, con su alegría el chaval consiguió que los compañeros se contagiasen para quitarle el turno al Girona y apretarle a fondo las clavijas.

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En imágenes: ¿Has estado en la grada de San Mamés? Búscate en nuestra galería Borja Guerrero

El propio Maroan dejó solo a Sancet para que corriese en perpendicular desde medio campo, pero ahí se notó que aún su físico tiene margen de mejora: Blind llegó a tiempo para robar en el área chica. Le tomó el testigo Maroan con un avance impetuoso, dejó atrás un defensor, burló al siguiente y quiso acariciar la gloria desde la frontal, pero le salió un tirito, fácil para Gazzaniga.

El espectáculo concluyó con otro robo, este de Jauregizar, que cedió a Iñaki Williams para que este sirviese al espacio y allí Sancet desbordó al central con un control de su zurda y enseguida picó con la derecha, imposible para el meta. El Athletic continúa navegando viento en popa, el que piense que puede echarle mano que lo intente, pero con demostraciones de este calado, cabe pensar que no será sencillo.