El primer empate sin goles de la temporada en San Mamés estuvo cerca de derivar en algo aún peor. Frente a un Leganés ultradefensivo, no acertó el Athletic a plasmar su dominio, dispuso de varias situaciones para adelantarse y visto el dispar enfoque de los contendientes, es muy probable que hubiese bastado con acertar un solo remate para alzarse con la victoria. Pero la puntería brilló por su ausencia y en la segunda parte afloraron el cansancio y la ansiedad en las filas locales, de lo que sacó tajada el conjunto madrileño para acariciar el triunfo, con una serie de ocasiones muy nítidas. Hubiese sido el colmo, pero fue una posibilidad que no anduvo lejos de hacerse realidad. De modo que, a la hora de hacer balance, hasta cabe considerar como bueno el punto sumado.

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Las notas de Aitor Martínez: cuando el mejor es Vivian... Aitor Martínez

Desde luego, el desarrollo del juego fue muy distinto al de citas recientes, nada que ver, pero igualmente el nivel del Athletic no fue el esperado. Como en las dos rondas coperas, la semifinal de la Supercopa o el choque con el Besiktas, ofreció una versión gris, poco convincente. Las buenas intenciones fueron patentes, tanto como el déficit de inspiración y un punto de inconsistencia en la faceta táctica que le acabó condenando a sufrir en exceso. Cargar la mano en la delantera entraña sus riesgos. Concentrar mucho personal en una línea no garantiza efectividad, sobre todo si de lo que se trata es de marcar. Ese método, en cambio, sí le valió al Leganés para arrancar un punto, se parapetó en bloque en torno a su portero, sin disimulo alguno, y logró frenar al Athletic. Nunca es comparable la exigencia de crear y la de destruir.

La película de este domingo, especialmente hasta el descanso, recordó a partidos de hace años, cuando el Athletic sumaba control, llegadas, remates, córneres (dieciséis esta jornada) para terminar vacío, con una terrible sensación de impotencia a cuestas, incapaz de traducir en algo tangible un gran despliegue en ataque. La impericia en los metros decisivos resultó frustrante, aunque quizá lo más complicado de asimilar fuese la debilidad del segundo acto, una bajada de intensidad y unos desequilibrios en el repliegue que el Leganés exprimió a fondo, anotándose las situaciones de peligro más evidentes, hasta cuatro que pusieron los pelos de punta a los aficionados.

La cosa arrancó con un monólogo del Athletic ante un rival que asumía abiertamente su inferioridad con un repliegue descarado: dos líneas de cinco y cuatro para proteger a Dmitrovic. El Leganés fío su suerte a resistir un ataque ininterrumpido, constante, como un goteo malayo, que permitió a los rojiblancos amasar más posesión que nunca. Pese a ello, costó muchísimo rentabilizar tanto dominio, traducirlo en situaciones de peligro cierto. Fue como pegarse contra el muro levantado conscientemente por Borja Jiménez, quien estima que para su equipo no existe otra alternativa si pretende rascar a domicilio.

El objetivo de los madrileños se antojaba complicado viendo desde el comienzo percutir al Athletic, convencido de que su vigor y repertorio le concederían el premio. Por descontado que el empate a cero era lo único a lo que podía opositar el Leganés. Sus únicos avances, por llamarlos de alguna manera, consistieron en un tímido adelantamiento de sus piezas para pelear los cañonazos que Dmitrovic enviaba hasta los dominios de los centrales locales. Por supuesto, de fórmula tan rústica no extrajo provecho alguno. La primera mitad fue, de cabo a rabo, una sucesión de pases por parte del Athletic hasta dar con el encargado de meter el balón en zona de remate. Las aventuras individuales estaban condenadas al fracaso por la concentración de piernas en el reducido espacio a ambos lados de la frontal del área.

El Leganés se ha especializado en esta propuesta, fue su secreto la campaña anterior para salir campeón de Segunda. Ahora, un peldaño más arriba, no renuncia a sus señas de identidad, carece de gente para practicar otro tipo de fútbol. Todo pudo cambiar si Vivian mete una volea que acarició la madera en el inicio. Guruzeta también dispuso de un cabezazo franco, que se le fue arriba y Berenguer, a magnífico centro de Gorosabel, puso a prueba los reflejos de Dmitrovic. Tres acciones merecedoras de gol, si bien exiguo bagaje para tanto empuje.

En encuentros donde el guion reparte roles tan antagónicos, suele imponerse aquello del cántaro y la fuente, pero a la vuelta del intermedio, el Leganés alteró su registro. Se benefició de sendos pases erróneos de Nico Williams y Yuri para dar un susto morrocotudo, neutralizado al límite por Vivian con Simón superado. Replicó con genio el Athletic, un par de intentos de Berenguer devolvían el partido a los derroteros previos. En apariencia, pero no. Miguel conectó un cabezazo picado que Simón rozó para luego sujetar la pelota que le cayó tras dar en un poste.

Athletic 0-0 Leganés | El análisis final de José Manuel Monje

Athletic 0-0 Leganés | El análisis final de José Manuel Monje José Manuel Monje

Nuevo sobresalto y en adelante todo lo más que consiguió el Athletic fue multiplicar su cuota de balón parado sin dirigir un solo remate a portería. Valverde fue moviendo piezas y dejó en la fase final desprotegido el centro del campo. Así se explica que el Leganés fuese más atrevido, disfrutase de varios turnos con la pelota en terreno rival y que en un minuto pusiera de los nervios a La Catedral: durísimo chut de Munir que repelió el larguero y una internada de Chicco que Simón atajó saliendo del marco.

ATHLETIC: Unai Simón; Gorosabel (Min. 60, De Marcos), Vivian, Yeray, Adama (Min. 46, Yuri); Jauregizar (Min. 60, Unai Gómez), Vesga (Min. 82, Serrano); Iñaki Williams, Berenguer (Min. 72, Sancet), Nico Wiliams y Guruzeta.

LEGANÉS: Dmitrovic; Altimira, Rosier, Nastasic, Sergio González, Juan Cruz; Miguel de la Fuente (Min. 82, Munir), Cissé, Neyou, Brasanac (Min. 82, Chicco); y Dani Raba (Min. 76, Óscar Rodríguez).

Árbitro: Hernández Hernández (Comité Canario). Mostró tarjeta amarilla al local Jauregizar (Min. 21) y al visitante Altimira (Min. 28).

Incidencias: Partido correspondiente a la vigésimo primera jornada de LaLiga EA Sports disputado enSan Mamés ante 47.612 espectadores, entre ellos unos 600 seguidores visitantes.

Ni el ingreso del añorado Sancet impulsó a un grupo desgastado, al que a cada minuto se le empinaba más y más el camino a la victoria. Para entonces, todo eran prisas e imprecisiones, mientras el Leganés conservaba su solidez, esa que el Athletic no pudo quebrar a tiempo, cuando estuvo fresco e incisivo, pero espeso en la culminación. Además, el rival jugaba ya a favor de obra, había equilibrado la batalla que comenzó con un abrumador protagonismo rojiblanco y concluía en un tono desalentador para el anfitrión.