De Javier Clemente a Ernesto Valverde. De leyenda a leyenda. De campeón a campeón. Círculo cerrado. Cuarenta años después, el Athletic volvió a levantar una Copa que tiene el sello de un entrenador sin igual. A lo bajini, término impuesto con éxito en la caseta, aunque por la vía del máximo sufrimiento, el técnico con más partidos en la historia del club bilbaino ha conseguido dejar definitivamente su impronta con la consecución de un título soñado por varias generaciones que permanecían huérfanas de grandes conquistas. Campeón de la Supercopa de España con el Athletic en 2015, trofeo que ganó también al frente de un Barcelona al que convirtió asimismo en campeón de Copa y bicampeón de liga, títulos a los que se deben sumar tres ligas y dos copas de Grecia como técnico de Olympiacos, Valverde se ha ganado a pulso la condición de inmortal en el Athletic.

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Pasarán los años, las décadas y se recordará el impacto del de Viandar de la Vera en un equipo de autor al que guio hasta la cima. Desde lo más alto, después de esbozar en La Cartuja la sonrisa más pura y feliz de su vida, desde el olimpo, saluda Valverde con la felicidad por bandera y con la dulce sensación del deber cumplido. 21 años después de debutar como entrenador en Primera División a los mandos del Athletic, en su tercera etapa en el banquillo de San Mamés para un total de ocho temporadas como timonel de los leones, el hombre tranquilo por excelencia, la calma personificada y el gestor ideal de vestuarios con 188 partidos y 50 goles también a sus espaldas como jugador rojiblanco, cantó bingo en Sevilla para ver brotar una emoción nacida en lo más profundo de su ser.

Nada como ser campeón con mayúsculas del Athletic, su Athletic, club al que llegó por primera vez en calidad de futbolista en 1990 procedente del Barcelona, para poner el broche de oro a una formidable trayectoria en los banquillos que proyectó en La Cartuja otra noche para el recuerdo. Se sacó por fin Valverde la espina de la final de Copa perdida con el Athletic contra el Barcelona en mayo de 2015 en el Camp Nou. Entonces fue un estratosférico Leo Messi quien marcó las diferencias y amargó la noche a Txingurri, quien nueve años después se desquitó con un triunfo que celebró con las emociones a flor de piel.

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En imágenes: Valverde se consagra en La Cartuja EFE

No podía ser de otra manera. Después de una primera mitad en la que el guion de la final se le puso de cara al Mallorca, que se adelantó en el marcador por mediación de Dani Rodríguez en el minuto 21, el Athletic se vio obligado a dar un paso al frente que no había concretado en ninguna de sus cinco finales anteriores en el siglo XXI. Esta vez sí, con Valverde en el banquillo de La Cartuja, donde el de Viandar de la Vera asomó libreta y bolígrafo en mano, los leones dieron el necesario paso adelante para llevarse en la tanda de penaltis una Copa que desató la euforia en las gradas y en el verde. 

Futuro por resolver

A pie de campo, arropado por sus ayudantes, Valverde rugió con más fuerza que nunca para saborear la conquista de una Copa a la que seguirá próximamente el anuncio respecto a su futuro inmediato. Con contrato hasta el término del curso, cualquier escenario distinto al de un inminente apretón de manos entre el presidente Jon Uriarte y Txingurri sería una mayúscula sorpresa. Valverde, historia viva del Athletic, caballero por naturaleza, demostró también en La Cartuja saber ganar en su noche más emotiva como entrenador. 

Ni durante el transcurso de una interminable final, ni tras la siempre agónica tanda de penaltis se salió del guion el de Viandar de la Vera, quien se dirigió con máximo respeto a Javier Aguirre antes de celebrar con todos sus futbolistas y con la marea rojiblanca la consecución del título más especial de los once que lucen en su palmarés. Se llevó las manos a la cabeza el técnico en una de sus primeras reacciones tras la victoria, a la que siguió una sonrisa de oreja a oreja, con los brazos en alto, al ver cómo el capitán Iker Muniain, autor de uno de los goles en los penaltis, levantaba el trofeo más deseado. En una esquina, bufanda rojiblanca al cuello y mirando al cielo, posó en la foto de campeones Valverde, zarandeado y consagrado en La Cartuja.