"VA a ser una locura colectiva, Félix, y debiéramos participar de ella”. Deportes siempre ha sido una república independiente en cualquier redacción de periódico generalista, con códigos propios de funcionamiento. Pero aquello que le proponía al director del periódico era directamente eso, una locura. “Tendrás que hablar con el gerente, Juanjo”. Y cuando le proponen una locura al director, este acostumbra a tirar el balón fuera (hablamos de fútbol). Ir a hablar con el gerente es peor que ir a hablar con Hacienda. Lo de gastar lo llevan mal. “Iñaki, creo que debiéramos alquilar una sala de redacción y una rotativa en Madrid y llevarnos gente suficiente como para tirar DEIA allí la noche de la final”. El “no” como respuesta lo daba por supuesto, así que me salió de corrido, a tumba abierta (bueno, esto es de ciclismo)…

Pero Iñaki era mucho Iñaki y dijo aquello de “¿y por qué no?”. Cuando Félix nos vio entrar juntos a su despacho de director, intuía que se le avecinaba un papel de mediador en medio de la gran bronca. Pero no. “Si te parece –le dijo Iñaki–, Juanjo se ocupa de la redacción y yo de la logística. Nos vamos a Madrid”.

Alquilamos la redacción y la rotativa de Cinco Días que, por definición, no salía los domingos. Y allí nos fuimos la mitad de la sección de deportes más unos cuantos redactores, diagramadores, teclistas, compositores y operadores de rotativa… además de tres furgonetas de reparto. El gran lío estaba montado.

De pronto, más de media redacción fue adscrita a la sección de deportes. Se palpaba la excitación propia de algo histórico. Elegir quiénes íbamos a Madrid y quiénes se quedaban en casa no fue fácil. Casi fue a pares o nones (nota para no dinosaurios: sistema de decisión a través del resultado de la suma de dedos de dos manos, derechas por lo general, de dos personas). Con todo dispuesto, los que se quedaron en Bilbao decidieron no ser menos y trabajaron también a destajo para distribuir el periódico esa misma noche en Bilbao. El Arenal, Jardines (junto al Iruña) y el ayuntamiento fueron los puntos elegidos para vender DEIA por nuestra propia gente.

Pero aquello de montar un DEIA paralelo en Madrid era definitivamente una bilbainada. Y colocar tres furgonetas rotuladas con nuestro logotipo en la Puerta del Sol, la plaza Mayor y Callao repletas de periódicos, un desfase a la altura del que llevaban algunos y algunas, que de pronto creyeron que “estos de Madrid” habían mezclado alucinógenos con la bebida. Al fin y al cabo, si estaban creyendo ver furgonetas de DEIA en Madrid, por qué no podían alucinar sintiéndose en el Casco Viejo bilbaino. Definitivamente iba siendo hora de irse al hotel (¿o a casa?). Eso sí, con DEIA bajo el brazo.

Es lo que tiene. Vivíamos en éxtasis. El Athletic ganó el doblete aquel año 84. En realidad, triplete, pues se hizo también con la Supercopa sin haberla disputado. Literalmente: no tuvo rival. Y fuimos intensamente felices. Y volvió a salir la gabarra, a la que seguimos por turnos a ambos lados de la ría a pie, en bicicleta… y en la propia gabarra, porque Ángel era mucho Ángel y decidió asaltarla, cámara en ristre, claro. Y compartimos esa felicidad con nuestros lectores. No había dispositivos móviles (¿cuálo?), ni páginas web, ni redes sociales, ni cien por cien de partidos televisados… sobraban los dedos de una mano (extremidad usada, como queda demostrado, para método de cálculo) para contabilizar los cronistas del Athletic y éramos los notarios que dábamos fe de lo ocurrido en el campo. Fuente de información y polémica en cualquier tertulia. Había nacido una categoría sin nosotros saberlo: “influencers”. Hoy las cosas han cambiado. Pero hay algo que permanece: la locura colectiva cuando el Athletic se acerca a algo grande. Hoy el papel languidece pero resiste. Se hace fuerte en la nostalgia de lo que pudo haber sido… Y FUE. Cede el protagonismo al apasionante mundo digital (otro día les hablo de esta nueva pasión) pero la historia dice que el papel fue vital para entender aquella locura colectiva y, por fortuna, participará aún en la que, ojalá, se desate el 6 de abril. Larga vida a la pasión periodística en todas sus formas.

La narrada aquí fue una apuesta arriesgada que salió bien, porque el Athletic le ganó al Barça de la infame tangana. Mi apuesta personal es la misma este año: triunfo rojiblanco. Pero si alguien cree que este Mallorca es el mejor rival que podría tocarle en suerte al Athletic, sabe mucho de ilusiones pero poco de fútbol. Con todo respeto.

Nos vemos en Sevilla. Aupa Athletic!

* Director General de Grupo Noticias